Mado Martínez y Fernando Trujillo conversan con Esteban Cruz.
Por Jahir Camilo Cediel Rincón
El evento congregó a muchas personas en la apuesta común de la literatura, lo que hace pensar necesariamente en que los libros y la lectura no han muerto aún, tienen más fuerza que nunca y quizá sea por el modo en que se entrelazan multimodalmente con otros campos como los videojuegos, el cine, o la radio. A pesar del tiempo y el modo en que este herrumbra la vida con los achaques del espacio, pervive la palabra, nuestra naturaleza, como insignia de lo que somos y seremos.
La pregunta que irrumpió con la intriga del público y el silencio de los autores fue la de la construcción narrativa, bien sea planificada como un itinerario de viajes o surgida a partir de lo que el camino determine, como en una impredecible aventura. Ambos autores coinciden en tener un poco de ambos casos, en Fernando Trujillo el universo de su obra insigne ya está planificado en un escenario mental, lo que desconoce es el tiempo que durará en contarlo. Del mismo modo, las muertes sorpresivas en la ‘Biblia de los Caídos’ son resultados naturales y necesarios a la narración, no hay una muerte improvisada o innecesaria ya que “el objeto de una muerte es que cause sensación”, como afirma el autor.
En el caso de Mado Martínez hay una planificación de sus obras en el escenario
investigativo, para su obra El tren de las almas tomó como referencia el caso del tren de Lincoln en Estados Unidos junto
a antecedentes similares en el mundo entero. Adicional a ello, la autora se confiesa como una médium entre personajes existentes y los libros, de modo que la ficción surge en el proceso de la mística, y quizá metafísica, literaria.
Siempre nos es dado a pensar en la vida de los escritores y su día a día, en el caso de Fernando la vida cotidiana tiene un ritmo pausado, sin muchas actividades que saturen, con el suficiente tiempo para dedicarle a su actividad favorita: escribir. Mientras que lo cotidiano en Mado es el trasegar entre distintas actividades que tienen como fin contar historias, divulgar la palabra, difundir aquello que le constituye en distintos medios, ora en la radio, luego en su podcast gratuito en línea, después como docente de programas de maestría, ahora como investigadora, etc. Lo que quizá ha influido multimodalmente en su comprensión del mundo y la creación de historias ¿o acaso no tiene un poco de videojuego que un conjunto de jóvenes suban a un tren por pura curiosidad y que por casualidad ya no puedan bajar? Esta es la premisa de su obra ‘El tren de las almas’.
En el escenario de la publicación, los autores han tomado caminos distintos pero con resultados sorpresivos e igual de efectivos, lo que indica que “todas las fórmulas son válidas” como afirma Mado Martinez hablando de los medios de publicación. En el caso de Fernando, sus inicios se dieron con la publicación gratuita en línea del primer libro de la saga “La Biblia de los Caídos”, lo que atrajo a miles de lectores por su calidad implícita, atrayendo así mismo a las editoriales. Mado inició publicando con una editorial, una donde tuvo que pagar innumerables “novatadas”, pero a pesar de ellas, tuvo la ventaja de hacerse conocer poco a poco; como es usual, lo que más cuesta es la primera vez. Cada medio tiene sus implicaciones, limitaciones y desventajas, por lo que, el núcleo de la escritura es nunca dejar de escribir e insistir fieles a nuestras ideas y al modo en que las comunicamos, lo más importante es la calidad literaria, los lectores llegan después.
De este modo, el evento organizado por Panamericana Editorial demostró la naturaleza de los autores, su timidez, su introversión o extroversión, el modo en que su mente se organiza para dejar a los lectores deseosos de una palabra, un párrafo, una obra más. Tanto Fernando Trujillo como Mado Martinez coinciden en querer continuar con sus proyectos literarios, dando al público la impronta de que la escritura es clave para entender la vida. No importa el fracaso porque este es natural y sumamente significativo para alcanzar nuestros sueños, más allá de las dificultades y los contratiempos, nunca hay que dejar de leer, soñar, escribir.
