A propósito de la visita a Colombia de Satoshi Kitamura, publicamos a continuación una reseña recuperada de una de nuestras colaboradoras, publicada originalmente en nuestro número 4 dedicado a la literatura infantil y juvenil. Kitamura estará el próximo 16 de abril como autor invitado en el auditorio Rogelio Salmona del Centro Cultural Gabriel García Márquez del Fondo de Cultura Económica en el centro de Bogotá. Satoshi Kitamura es uno de los ilustradores vivos más importantes del mundo. En 1979 se radicó en la ciudad de Londres (Gran Bretaña). A partir de 1981 comenzó a ilustrar y escribir libros infantiles. Su nombre aparece en más de 30 títulos, que han sido traducidos a más de 20 idiomas. Ha ganado diferentes reconocimientos, entre ellos el Mother Goose Award, Silver Award for the Smarties Prize, el New York Times Notable Book of the Year y el National Art Library Illustrations Award.
Por Ofelia Sánchez·
¿Yo y mi gato?
Satoshi Kitamura
Fondo de Cultura Económica.
Buenos Aires: 2013.
36 páginas.
¿Yo y mi gato?, libro merecedor del Premio Smarties Book de literatura infantil y juvenil en noviembre de 2000, cuenta la historia de Nicolás y su gato Leonardo, con quien por errores del destino resulta intercambiando de piel por un día. La narración sobrepone a un primer plano los niveles de fantasía y realidad subyacentes en los cuentos para niños, en los que se tiende a trasgredir el texto en función de ejercer un controlriguroso sobre estos. El caso de esta historia es la de todo buen texto que en el fondo resguarda con sobriedad un conjunto de elementos en los que necesariamente prima el guiño y el sarcasmo. La mañana en que Leonardo resulta encerrado en el cuerpo de su amo, maullando en pleno salón de clases, muestra el comienzo de la transformación que recorre las páginas de este libro y en donde es posible encontrar en plena transición a las dos víctimas de una despistada bruja.
Casi que prefigurando sus dibujos desde sencillas representaciones acordes a la caracterización de los personajes —los rasgos y la extraña forma de contar que permite el caos o el estricto orden del espacio, así como el uso del color que se convierte en protagonista de la imagen—, hay, sin embargo, una serie de referentes que complementan el lenguaje visual del libro: las pinturas de Rafael, colgadas en las paredes de la casa, y que significan para el autor la persistencia del juego en el proceso de creación de un libro para niños, ademas de presentar escenas simultáneas ya sea en una ventana de alguna forma accesoria, o simplemente trasgrediendo una escenografía para crear narraciones que nutran varios canales del discurso.
Sorprende de este libro ilustrado el tratamiento de la historia, al parecer dosificado y pensado para un nivel de sorpresa especifico, ya que mantiene atento al lector a las particularidades de un niño encerrado en el cuerpo de su gato, así como a las peripecias comunes a la modificación del ‘yo’. Empero, como puede verse en varias de las entrevistas hechas al autor tras la publicación de ¿Yo y mi gato?, el motivo que alienta estas historias no tiene que ver precisamente con la idea preconcebida de un libro con el rótulo ‘infantil’, aunque la claridad y su contexto terminen por aceptar dichas clasificaciones.
Frente al libro mismo, vale la pena subrayar dos episodios que aunque se encuentran en la parte externa de la historia central, son importantes en la configuración del ritmo y el tono del cuento, el primero de ellos es el hechizo que lanza la bruja por error a Nicolás, que es lo que deviene en la serie de hechos antes mencionados, “¿Pero él era yo, Nicolás? ¿O era el pobre Leonardo metido en mi cuerpo?”, el segundo, en lo que a su final se refiere: este último episodio es un elemento agregado a la historia, pero es sin duda lo que le permite el brillo de un cierre perfecto y es el toque humorístico, ya que a esta pobre bruja le ha tocado ir a buscar a otro niño para hechizar.