Descubriendo a Miranda

Por Jefferson Echeverría* 

Descubriendo a Miranda
Antonio Ortiz; Giovanna Zuluaga
Panamericana Editorial
214 páginas
Bogotá, 2023.



Cuando el desamparo asoma, resulta inevitable luchar contra el torrente de heridas que calan, profundo, en los rincones del alma. En ocasiones, se abren sin avisar, ya sea en la cumbre de la gloria, en el hastío de la tranquilidad o en el silencio íntimo del dolor. A veces este proceso suele ser transitorio; en otros casos, se trata de una desazón de repente reemplazada por el favor de la experiencia; en otros casos, rezuma cierto desamparo. Para redimirnos, se precisa de una ardua transición entre la aceptación, el aprendizaje y el perdón. Es este
 el caso de Miranda, la joven protagonista de la novela Descubriendo a Miranda, escrita por los autores colombianos Antonio Ortiz y Giovanna Zuluaga. 

Descubriendo a Miranda se plantea a manera de escrito personal sobre lo que ocurre en el interior de una adolescente atormentada por un sinfín de situaciones confusas y tan llenas de dolor que, al mismo tiempo,  alimentan un resentimiento continuo que sólo tras un acto de venganza puede redimir tanta rabia contenida. Su voz está llena de cicatrices que no se curan, antes bien, crecen con intensidad notoria a lo largo de su niñez y parte de su adolescencia. Y no es para menos, ni siquiera ha empezado a distinguir el encanto de la infancia feliz cuando ya sufre, de primer impacto, prácticamente sin anestesia, el más rotundo abandono que desestabiliza toda su parte emocional: la huida definitiva de su madre. 

Este suceso, lamentable tanto para ella como para su golpeado círculo familiar, provoca que la lucha incansable por conservar aquella imagen maternal, con el paso del tiempo se convierta en un esfuerzo casi penoso, obligando continuamente a la memoria de su corazón a que los recuerdos de una mujer ausente no se tornen imprecisos en medio de tanta soledad.

Pero hasta ahí no llega el sufrimiento. El paso de la niñez a la adolescencia acude con nuevas frustraciones. Ni la amargura de su papá al asumir obligatoriamente el rol de madre, ni el fastidio inexplicable hacia su hermano menor expresado en múltiples desprecios, ni la enfermedad de su abuela que va deteriorando su vigor y su carácter amoroso hacia ella que, si bien no reemplaza completamente el afecto maternal, por lo menos calma un poco la vergüenza de su desamparo, superan el horror de una próxima traición. Cuando descubre la amistad, al mismo tiempo empieza a experimentar las primeras señales del amor, la decepción y el desprecio juntos. Ocurre en un momento de estrechez económica cuando su papá no encuentra otra alternativa que mudarse de casa. 

Es difícil adaptarse a otro barrio, con vecinos diferentes, espacios en los que padece la sensación de desarraigo. Aun así, Miranda conoce a la que sería su amiga y, a la vez, su tormento cotidiano. Su nombre es Vanessa con quien rápidamente fortalece un cariño mutuo. En el interior de Miranda nacen sentimientos que afirman un lazo ferviente que traspasa las barreras de la amistad y se transforman en un amor imposible, digamos tóxico. 


Foto: Stephanía Ortiz


Sin embargo, aparte de no ser un amor correspondido, ella está destinada también a una fatal pesadilla. Al estudiar juntas en el mismo colegio y en el mismo curso, Miranda sufre el desprecio de su amada y de su grupo de amigas (las FAV) quienes hacen todo lo posible para crearle una mala imagen y jurarle la guerra. Sumado a esto, tiene que soportar el matoneo, los insultos, la vanidad causada por el fenómeno de las redes sociales y las burlas diarias que refuerzan en ella la fama de bicho raro. Aparte de esto, el infierno de la joven Miranda continúa en el hogar, pues el padre, para sacar adelante el hogar, debe trabajar y cargar con el peso de la responsabilidad que se expresa a leguas en un carácter hostil y por momentos desesperado; mientras su abuela pierde cada día su batalla contra el olvido.    

Pero aún así, en medio de este panorama desalentador, Miranda empieza a aprender por sí misma el verdadero valor del carácter. Esto le permite discernir con qué personas (así sean pocas) puede contar incondicionalmente cuando atraviesa por momentos difíciles. Su gran amigo y cómplice, Gaby, y la comprensible rectora, Sor Abigail, siempre estarán con ella para apoyarla en sus etapas de flaqueza confundidas por la rabia.     



En el recorrido de estas páginas (con una realización impecable de Panamericana Editorial), los lectores, principalmente todas las Mirandas del mundo, encontrarán un espejo donde las angustias de esta joven mujer serán el testimonio de quienes deben asumir, en medio del desprecio, múltiples desafíos internos. Los prejuicios de un ambiente escolar mojigato y superficial que suele ocultar –como un acto de defensa incomprensible–, la crueldad de no aceptar y convivir con aquellas personas que no corresponden con sus criterios y convicciones comunes. Los señalamientos continuos de una sociedad a la que hace gala de toda su astucia tecnológica para crear una mala imagen expuesta en redes sociales, sin importar el dolor que pueda causar en aquellas víctimas cibernéticas. La vida envuelta en un sinfín de contradicciones y reproches internos que afectan la salud mental. 



Queda entonces una lección tras el viaje:  superar los dolores del abandono es, en principio, reconciliarse mediante la aceptación y el amor propio; luego, perdonar a aquellos que nos han hecho y nos harán daño; finalmente, reconocer el esfuerzo incondicional que hacen aquellos seres cercanos por darnos apoyo, bienestar y estabilidad. Se trata de una novela que va más allá de la historia imaginada, también tiene sonido propio** transmitido desde la banda sonora que los lectores podrán apreciar en Spotify, para así recorrer este libro junto al gran talento de Miranda. 


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*Fotos: Stephanía Ortiz

**Descubriendo a Miranda - Book Teaser



PdL