Por Jefferson Echeverría *
Si estamos dispuestos a reconocernos en el otro mediante la poesía enmarcada en un sueño ilustrado, la creativa obra de Roger Ycaza (ilustrador, diseñador y músico ecuatoriano), Diez canciones infinitas, nos revela un decálogo mágico sobre esa identidad. Su composición, si bien parece breve, nunca pasa desapercibida en cuanto a profundidad y a una prosa exquisita que se complementa muy bien con ilustraciones fascinantes. Las diez voces que integran esta obra poética son la confirmación de los anhelos que pueden ser traducidos tanto en la palabra como en la imagen. En ella se ven los sueños de otras almas que, a su vez, reflejan los nuestros en medio de cánticos que se extienden por el infinito y de paso nos conducen hacia la inmortalidad.
En esta obra conoceremos el conjuro de Jacinta, quien, tras un letargo, parece que ha descubierto la manera sublime de alzar el vuelo a los confines del cielo gracias al juego. Sus rizos nunca han estado tan relucientes en aquel viaje por el universo. En Ciro encontraremos el secreto poético de detener el tiempo que fluye entre serenatas afinadas con la complicidad del sol y su voz conmovedora capaz de entonar alegres melodías que despiertan la dicha sombría de los árboles. Su guitarra es la prolongación de las ramas que destilan la blanca inmortalidad en una tarde apacible.
En el sueño de Clara siempre estarán vigentes todos los animales del mundo, sin excepción de especie, tamaño ni color. Su pasión por ellos se condensa en un viaje imaginario donde siempre se convertirán en la eterna compañía a lo largo de un camino impregnado de libertad. Sus amigos la siguen a todas partes, siempre ostentando sus varios colores, pero irradiando la misma alegría.
El día que Amelia deje de reír, la chispa del mundo se apagará para siempre. Por eso extiende su legado en palabras que se transforman en historias y son capaces de encender el rostro de todos nosotros. El poeta le ha hecho un regalo para que su sonrisa se multiplique en cálidas sinfonías hasta el cielo.
Cada vez que encontremos a un viajero por el mundo, la memoria nos traerá el recuerdo del gran Elías. El recorrer por distintos lugares y conocer a varias personas lo han convertido en el ser más noble e intrépido. Su inmortalidad se encuentra en todo viaje emprendido, por eso no es raro vislumbrar en cada rincón del mundo una señal de su grandeza como una muestra de inspiración para aquellos que tienen el anhelo de convertirse en viajeros profesionales.
Al contemplar las estrellas divisaremos un imaginario del sueño de Felicia. Su mirada inquieta, que no deja de buscar secretos en la constelación, prontamente se torna en una realidad inesperada gracias a la astucia del poeta que decide hacer de la tierra el principio de un gran ascenso.
El sueño de Flavio está enmarcado en una inmensa galería. Su pincel puede plasmar en colores y en lienzos todas las promesas del arte. En su camino se mezclan los tonos de un mundo enriquecido por su creatividad y trazado por el infinito. El poeta acaba de crear un ferrocarril donde los sueños de Marta atraviesan increíbles mundos. En medio del viaje, su sonrisa es la muestra de gratitud más sincera, pues deja en cada recorrido un eterno legado contagiado de anhelos permanentes.
En la voz de Úrsula está la fórmula precisa para ahuyentar las nubes que estremecen los días luminosos. El estrépito de sus melodías asciende hasta el cielo y pronuncia los versos que el poeta guarda debajo de su almohada. Su vestido azul es la constelación que se une con el río y forma el espectáculo más bello en una imagen.
La plenitud que inspira el rostro de Aureliano es la definición perfecta de sabiduría; de su caminar lento pero decidido, del vigor en sus pulmones y la experiencia que esconde su frondosa barba de nieve, se concentra la leyenda andante de su figura que trasciende por el mundo. En cada paso que plasma su huella hay un brillo único que eternamente inunda los caminos de esperanza.
Con una edición de lujo de Panamericana Editorial, el valor que transmite esta obra es un espejo vivo sobre cómo podemos ayudar a construir los sueños de los otros, de la misma manera que los otros muchas veces suelen impulsarnos para que nuestros anhelos logren su esplendor formado por el vuelo de la imaginación.