La
literatura infantil ha influido profundamente en la caracterización de los
roles de género, incidiendo en la forma en como niños y niñas se relacionan
y proyectan. Sin embargo, ¿de dónde
provienen las historias infantiles? Pues bien, Charles Perrault, autor francés, nacido el 12 de enero de 1628 en el seno
de una familia burguesa, fue el gran precursor de los primeros cuentos
infantiles en occidente. Sus narraciones nos dejan ver las características de
aquellas sociedades cargadas desigualdades de un lado, y la profunda sumisión y
sufrimiento de las mujeres del otro.
Sin embargo, cuando estos relatos llegaron a los estudios de Walt Disney para volverse películas de animación, tuvieron que ser revisadas y modificadas por su alto contenido de extrema crudeza.
En
Cenicienta por ejemplo, la malvada madrasta les ordena a sus hijas cortarse los
dedos de los pies y el talón para que la zapatilla de cristal que Cenicienta
había perdido en el baile cupiera en sus pies. Al final, el cuento castiga a
las hermanastras al ser picadas en sus ojos por aves de rapiña hasta quedar
ciegas. Caperucita Roja, que en el relato inicial no era una niña sino una
adolescente de 15 años, se mete desnuda a la cama del lobo y éste termina
comiéndosela. Un Siglo después, el relato es modificado por los hermanos Grimm,
cubriendo a la joven con una capa roja, sugiriendo con el color símbolos
profundos de la feminidad, como menstruar o volverse mujer.
La historia
de la Bella durmiente es la historia de una serie de violaciones sistemáticas.
Cuando el príncipe encuentra a Aurora, la bella durmiente, tiene relaciones
sexuales con ella una y otra vez sin su consentimiento porque ella dormía, haciendo
que diera a luz dos hijos en esta situación. Ésta despierta casualmente cuando
uno de sus hijos le chupa el pie y saca la aguja envenenada que había producido
su largo sueño. La historia avanza en el tiempo contando la vida del matrimonio
de la pareja. El príncipe, que siempre tuvo miedo de su madre, presenta a su
nueva familia compuesta por Aurora, la Bella Durmiente y sus dos hijos a la
reina, que posteriormente son abandonados
por él en el castillo. Ésta, de naturaleza caníbal, intenta devorar a sus
nietos que son salvados por su padre justo antes del crimen. Al final, es la
reina quien termina guisada en la olla que había preparado para los nietos.
De los relatos quedaron los hilos conductores, la promoción de valores, dilemas éticos, el temor a las malas acciones y una moraleja como final, obviando los episodios más crudos para suavizarlos y poder ser digeridos por niños y niñas en los últimos tiempos.
Los
estudios de género también han puesto su lupa sobre estas narraciones,
analizando las posturas, palabras, prácticas, sueños, reacciones y expresiones
de las princesas, príncipes, personajes secundarios y antagónicos, para
determinar qué tanto influyen estas formas éticas y estéticas en el
comportamiento de niños y niñas.
Estos
estudios han podido determinar una suerte de comportamientos sexistas y
estereotipados, que le imprimen a personajes femeninos toques de inocencia, obediencia,
temor y belleza a las princesas, insinuando a niñas que ésta es la forma
adecuada y pertinente de ser mujeres. Mientras tanto; los comportamientos
adecuados para niños, están reflejados en los príncipes, caracterizados por
audacia, aventura, imaginación, valor, suspicacia e inteligencia.
Estas
formas se han venido replicando en la literatura infantil, con los cuentos que
recopiló de la tradición europea y escribió Charles Perrault en el siglo XV,
que se han editado e impreso en libros a lo largo de la historia una y otra vez
y que ha producido la industria cinematográfica a través de Walt Disney
especialmente.
No obstante, las formas narrativas han tenido que ser modificadas nuevamente para
adaptarse a los tiempos y ver reflejados los nuevos intereses de niños y niñas.
En la actualidad, muchos de sus personajes se han redimensionado, como la malvada madrastra, el ogro caníbal,
la pasiva princesa o el villano
perverso. Cada condición tiene una explicación y razón de ser y en algunos
finales hay una posibilidad para la redención.
En “sherk”,
el ogro no es más que un ser incomprendido por todos los personajes del bosque
que al final es salvado por el amor, un amor que esta encarnado en Fiona, la
joven princesa que estuvo durante años encerrada en un castillo y que al final
renuncia a su belleza física para unir su vida a la del ogro. Durante el
relato, Fiona demostró una serie de habilidades marciales que fueron
indispensables para sobrevivir en el bosque; “Maléfica”, víctima de una traición, inicia
una venganza contra el nuevo rey y su reino que termina siendo diezmada por los
nobles sentimientos que siente por la
joven princesa hija del rey que en el
pasado la traicionó. La película propone
que el verdadero amor es un sentimiento de amistad entre mujeres; o Mérida en
“Valiente”, sagaz con la flecha y el
arco, decide defender su mano para no comprometerse con quien no ama e
implantar un nuevo orden emocional en su reino.
En
este sentido, productoras como Disney o Pixar han tenido que oír a las
sociedades y reflejar todos sus avances y nuevas miradas, incluyendo el papel
de las mujeres en la sociedad. Evidentemente, falta mucho por desestructurar,
como la idea del final feliz, la presencia de las princesas, los reinos
encantados y el típico y poco sano amor romántico y exclusivamente
heteronormativo.