Por Celedonio Orjuela Duarte
El anarco & la lira*
Antología
Compilación: Juan Manuel Roca
Editorial EL rey desnudo
Librería El Dinosaurio
Librería El Dinosaurio
La poesía marca sus
señales, sugiere rutas, destinos como en el presente libro, El anarco y la Lira. Para los lectores colombianos de
poesía, una compilación de esta naturaleza no deja de causar inquietud, acaso por dos
razones fundamentales: en Colombia el anarquismo pasó sin dejar rastro, por tanto
Colombia no tuvo la fortuna de hacer parte de esas cofradías que pisaron
tierras americanas en la primera mitad del siglo pasado, creando sindicatos
anarquistas, comunas, cooperativas y expediciones que bordeaban la utopía, esa
mudanza, le dio tal vigor que sigue tan vivo como antes porque nació sin ataduras (partidos,
doctrinas), por tanto las ideas libertarias no encontraron el ambiente propicio
y siguieron hacia el sur sin dejar rastro y como resultado nos quedaron dogmas
y sotanas tanto de derecha como de
izquierda, los ajusticiamientos es un claro ejemplo de ello, por tanto los
anarquistas en Colombia,(entendiendo que en cualquier lugar del mundo siempre
habrá un anarquista) en esos aparentes debates de las capillas estalinistas-maoistas, corrían el riesgo de ser ajusticiados y acabar
hasta el último reducto que desprestigiara los lideres mesiánicos. Pero los
anarquistas siguen ahí como lo dice Cristian Ferrer en su libro Cabezas de
Tormenta:
De no haber existido anarquistas nuestra imaginación política sería más escuálida, y más miserable aún. Y aunque se filtre únicamente a cuentagotas, la “idea” sigue siendo un buen antídoto contra las justificaciones y los crímenes de los poderosos,
por tanto, siguen siendo subterráneos, como la poesía y otras formas de libertad; el mismo vocablo –como lo sugiere el compilador en algunas de sus reflexiones de esa relación paralela entre poesía y anarquía– en un sector de alguna manera Kitsch, tiende a ser deformado deliberadamente; ya lo advierte el poeta Juan Manuel Roca:
…ninguna palabra más vejada que la palabra anarquía, una divisa que ha cobijado a un largo cortejo de creadores insumisos y de teóricos libres de servidumbres. Es difícil encontrar tanto amor por el otro como en el “santoral” anarquista, esa legión de hombres y mujeres que tanto han enriquecido la izquierda del mundo.
Lo segundo es la idea convencional de la poesía en Colombia, un atisbo vanguardista lo poetizó Luis Vidales. Habría que examinar en un futuro cercano por la salud de la poesía que se ha escrito en las últimas dos o tres décadas por decir lo menos.
HIKMET: http://istanbul.nhkm.org.tr/ |
El rigor de la selección de poemas –propuesto, como se sabe, por el poeta Juan Manuel Roca– es sobre todo libertario. ¡Acaso no toda la poesía es libertaria!, hay muchas odas y panegíricos que lo niegan. Por tanto, su compilador hizo una yunta (la expresión es del poeta Roca) de poemas cercanos y los bautizó con imágenes ácratas: “Flor de acracia”, aquí dialogan poetas de Europa y América en esa indagación interior al que podrían llegar los que cohabiten un orden voluntario, allí solo llega la inocencia, los insumisos y en esta primera estación del libro, se preguntan los poemas. Qué es la libertad? La respuesta podría darla el poema “La conquista de la inocencia” del poeta español Jesús Lizano.
El siguiente capítulo se titula “Arenga contra los poderes”: digamos que una vez leído el primer apartado, alienta nuestro espíritu ya fortalecido a mirar al leviatán en su propia cara: el peligro circundante de y para la poesía, porque se quiere destruir el espantajo y para lograrlo hay que desnudarlo en su propia esencia, con ironía, con humor, como lo hace el poeta salvadoreño Roque Dalton con el poema “El descanso del guerrero” y otro caudal de metáforas contra el dinero, la devoradora Nueva York, el perfil de Franco, el obituario de un dictador guatemalteco, el montañés del kremlin (Stalin), Letanía de las dictaduras, la muerte de Dios, las cárceles. Estas son las locaciones del siguiente apartado de la historia y los protagonistas que o bien murieron en la cárcel o bien fueron enviados al destierro, acaso asesinados, todo este canto ocurre como si golpeáramos con furia un bordón siguiendo el coro de este inmenso drama que es la barbarie del hombre de ahora, nuestro vecino.
Otros ejemplos: "Las máscaras del mal”, aquí se mira al monstruo como en una mesa de disección para comprobar que no es tuerto y que tiene ojos de francotirador cotidiano; “Tiempos de poesía”, con la selección de poemas para este apartado sentimos que la poesía es libertaria incluso sin proponérselo y es aquí donde se sopesa el oficio de vivir o el oficio de poeta, parafraseando a Cesare Pavese, es aquí donde entendemos la verdadera función de la poesía como en Manuel Bandeira:
Estoy harto del lirismo comedidodel lirismo que se porta biendel lirismo funcionario público con libro de asistenciaexpediente protocolo y manifestaciones de aprecio al señor director…
“Poética”.
Siguiendo el decurso del libro, "El olor de la guerra": Una vez diseccionado el
andrajo se comprueba que todo él es pestilente, que huele a SS, a Fuhrer, alaridos
de sirenas, devastaciones; “La mano que
firmó el papel derribó una ciudad”, dice Dylan Thomas, el grito desde las
cárceles en sus más de dieciocho años de presidio del poeta turco Nazim Hikmet,
Kavafis y los senadores y sus bárbaros, las llaves machadas de sangre de la
ciudad, de todas las ciudades, nos recuerda Prévert, o la ironía del poeta
colombiano Jaime Londoño, “Para variar estamos en guerra”.
Luego, “Asedios a la patria”, el concepto de patria para el pensamiento ácrata ofrece distintas aristas que van desde las ideas cooperativas de Pierre-Joseph Proudhon, pasando por la negación del estado y por ende de patria de Bakunin hasta el individualismo de Henry David Thoreau o Wilde, pero lo que reflejan este puñado de poemas es la asfixia de los moradores de ciertos territorios llamados Patria en los que no se puede salir a caminar por temor de recibir un pistoletazo de soldados mercenarios que en nombre de la patria:
Luego, “Asedios a la patria”, el concepto de patria para el pensamiento ácrata ofrece distintas aristas que van desde las ideas cooperativas de Pierre-Joseph Proudhon, pasando por la negación del estado y por ende de patria de Bakunin hasta el individualismo de Henry David Thoreau o Wilde, pero lo que reflejan este puñado de poemas es la asfixia de los moradores de ciertos territorios llamados Patria en los que no se puede salir a caminar por temor de recibir un pistoletazo de soldados mercenarios que en nombre de la patria:
No me han traído aquí para el amorsino para gritar la palabra muerte, con la boca del fusil.
Condecorado, refrigerado, siempre quedará un grano de arena manchado de sangre.
Fayad Jamís.
O lo que sentenciara el poeta Paul Valery:
Decir “nación Francesa”, “nación rusa”, etc. Significa asimilar desde el exterior construir fachadas en una calle o en torno a una plaza. De esta fachada puede salir determinada multitud, determinada cantidad. Cada “propietario” tiene su fachada pero el terreno posterior es muy diferente.
“De la libertad y sus rejas”.
En la
historia de la poesía, un puñado de poetas fueron realmente transgresores de un
orden cerrado que asfixiaba en sus países, esa necesidad de la voz poética los
llevó al confinamiento –llámese cárcel, hospicio, asilo–, allí llegaron los
excluidos de conductas rígidas, absolutistas de la condición humana, de esas
vejaciones fueron víctimas hombres del talante de un Nazim Hikmet –y su “Angina de
Pecho”– y muchos cerrojos que habitan sus poemas; o el peregrinaje de Miguel
Hernández por distintas cárceles de España que lo llevaron a su muerte en una de
ellas.
El poeta no es muy dado a la comodidad, por tanto el anarquismo no le ha sido indiferente al poeta, no es raro encontrar el anarquista secreto en Paul Valery, en el entendido que su libro Los principios de An-arquía pura y aplicada, fue
póstumo y encomendado a su hijo; el caso de León Tolstoi y sus reflexiones en
Cristianismo y anarquía, escrito al final de sus días en total aislamiento.
El poeta Roca, a través de los poemas seleccionados de reconocidos poetas del mundo, logra aproximarlos a lo libertario –como ocurre con la filosofía–, entonces la palabra poética mora en mundos paralelos sin encontrarse, igual le ocurre a la poesía con el anarquismo.
Esta compilación, El anarco y la lira, nos sugiere la idea de dos cuerpos que se acercan, pero que no pueden encontrarse (tal cual el aforismo brillante de Canetti al hablar del amor, como un perro con dos cabezas o serpeintes unidas que se vigilan atentamente para devorarse) y tratándose del anarquismo mucho más, en tanto se ha escrito poesía anarquista más coyuntural que lírica desde un sentido lírico y libertario necesario para ser leído en las aulas de clase donde la modorra de la falta de novedad hace cada vez más distante el ejercicio real de la lectura y su disfrute. Es pues este el momento para darle alas a la utopía.