Ricardo Rojas Ayrala: La Alegría en nuestras sociedades latinoamericanas es el botín de guerra de los poderosos

Ricardo Rojas Ayrala practica su arte también cuando corre sus propios riesgos. Participa en la puesta en escena cultural y social de la capital argentina cumpliendo las más de las veces, el papel contrainstitucional de lobo feroz y nos habla de esa otra forma legítima de ser, de estar y de hacer. Premio municipal de poesía de Buenos Aires en 2003, recientemente ha lanzado su libro Argumentos para disuadir a una jauría y otros usos civiles.


Por Robinson Marín Valderrama



                                                                                                          Para Barbara Marques


Tchejov: las herramientas del artista y las herramientas del humanista

Hemos iniciado éste diálogo divagando Ricardo un poco acerca de tu trabajo hasta llegar a Tchejov. Encuentras en Él el modelo del poeta humanista no militante y se convierte su lectura en un motivo permanente en tu trabajo y de cierto modo, un modelo de la puesta en escena ética, estética y política de tu propia apuesta. Cómo llega Tchejov a tu vida, y cómo te inspira; cómo funciona para vos.


Tchejov es un ejemplo para mí del escritor humanista y comprometido. Él no es un escritor militante de su literatura. Vos podes leer sus cuentos, sus obras de teatro y en general no está esa literatura comprometida que podes pedirle a Roque Dalton a Ernesto Cardenal o a Pablo Neruda. El plantea su concepción desde un lugar absolutamente humano. Habla en el ruso del pueblo, que aparece en sus obras diciendo cosas sencillas, que no son trascendentales, lo que diría una persona del pueblo; y por otro lado en su vida personal va fundando escuelas y hospitales. Entonces ese doble juego siempre me pareció notable y digno de ser imitado. Tchejov me parece el gran escritor humanista y revolucionario de Rusia a quién nunca se le reconoció de esa manera; más bien ha sido visto como un renovador del cuento, del teatro, que también lo fue, y tal vez por eso me parece inmenso su trabajo. El tipo nunca renuncio a hacer literatura de calidad llevada hasta las últimas consecuencias, en función de transmitir su mensaje. Él transforma la sociedad en el punto donde la tenía que transformar actuando como una persona política. Y el arte que también lo acompañaba, él lo transformó con las herramientas correspondientes a ese arte: desarrolla el teatro y desarrolla el cuento a la vez que no renuncia a su concepción del mundo y del quehacer del sujeto, eso me parece notable, me parece trascendente.

Hablando de «la gaviota» mencionaste un momento específico y dramático en muchos sentidos en la vida de Tchejov. Un momento familiar quizás en general, para los hombres y mujeres envueltos en procesos creativos: el momento de hacerse las preguntas de asumir las dudas de tomar los riesgos.  Tu más reciente obra hace un poco de metaliteratura a propósito del momento de estreno de «la gaviota» en el teatro imperial de San Petesburgo en 1896 y la forma brutal en que sería recibida por el público; Cómo Tchejov debe salir de la función huyendo para salvar su vida.

La novela se desarrolla a partir de un suceso histórico en una noche de la vida de Tchejov. Él presenta su obra en el teatro de San Petesburgo, en el teatro de Alejandro y le va muy mal. Este es un dato histórico, le va muy mal. Él está enfermo de tisis, es un hombre de treinta y pico de años, está nevando -son las primeras nevadas de octubre- y el tipo tiene que salir a la nieve porque el público enardecido lo quiere cagar a trompadas. Él se escapa e históricamente no se sabe que sucede en ese momento cuando él huye. Y sale con todas las dudas. Él ya era un fanático del teatro y antes había escrito muchas obras para títeres cuando era más joven. Grigory quien es su representante y amigo, le insiste para que escriba una novela y se deje de escribir pelotudeces: Le presiona por una novela para entrar definitivamente en el mundo de las letras mientras él sigue obsesionado con el teatro. Entonces, cuando el tipo fracasa de esa manera que incluso peligra su integridad física, sale a la nieve y desaparece. Sobre ese lapso no se sabe nada. Qué es lo que hace en el lapso de tiempo entre esa noche y hasta el mediodía del día siguiente en que aparece. Luego Nabokov en su curso de literatura rusa lo plantea muy jocosamente. Sin embargo yo que ya conocía el hecho desde antes de leer a Nobokov, me he planteado ese pequeño hecho desde otra perspectiva; Eso que nos pasa a nosotros como escritores en el momento en el que individualmente uno se plantea: ¿es esto lo que yo tendría que estar escribiendo? es esto lo que yo quiero transmitir a la gente de mi generación?, es esto lo que va a ser fundamental en lo que yo hago? Y es algo que yo creo tenemos quienes escribimos. Luego se hace permanente y además te conduce a preguntar: ¿es esto lo que permitimos que ocurra en la vida de los otros seres humanos? Y esa pregunta se entronca con la condición humana y luego con otras; ¿es esta vida la que nosotros permitimos que tengan nuestros compañeros, nuestros hermanos? la gente más desfavorecida, los pobres? ¿Realmente es esto lo que tenemos para ofrecer? y creo que en verdad esto se amalgama. Por esto escribo la novela para resolver esta cuestión.

Un poco a éste tipo de preguntas te referías cuando hablabas del arte como el último refugio de lo humano de lo verdaderamente humano…

Yo lo creo fehacientemente. Recién lo charlábamos. Yo lo veo a la manera de Alain Badiou: hay pocas cosas en el mundo que tengan verdad y el arte efectivamente es una de ellas: Un tipo de verdad que pasa del mundo sensible a la idea, yo no puedo dejar de estar de acuerdo con eso. Nosotros en la Argentina organizamos un festival de poesía llamado Transpoesía. El eje central del festival es la cuestión del escritor como trabajador, un trabajador que responde por cuestiones distintas; un tipo de trabajo diferente, lo cual no deja de hacerlo un trabajador aproximándose a la comunidad. En general en el festival Transpoesia vamos a lugares lejanos del centro, a sitios en la periferia: cárceles de chicos, cárceles de mujeres, comunidades aborígenes, villas miseria, escuelas rurales donde la gente está más desfavorecida y no tiene acceso a este tipo de festivales, a este tipo de bienes inmateriales. En éste festival vienen los escritores a llevar lo que hacen a esas comunidades desde una actitud dialógica. Así lo planteamos. Una situación de iguales donde nadie viene a enseñar algo, ni donde nadie es una tabula rasa. Venimos a compartir. El escritor viene a compartir su trabajo porque tiene algo para decir y quién lo está escuchando también tiene algo para transmitir, no es un tipo que no tenga nada para decir.

La comunicación entre iguales y El know how del Festival Transpoesía Argentina

Ese intercambio horizontal que planteas, ese tipo de comunicación entre iguales que se nutren mutuamente, en el campo estrictamente mecánico que otras manifestaciones tiene…

Ha sido muy expresivo. En éste último año nos han ocurrido cosas muy interesantes y emotivas. Este es el segundo año que hacemos transpoesía argentina y estuvimos en un refugio para gente en situación de calle: un lugar donde a las personas les dan un lugar para dormir, comida y donde tomar un baño caliente. Allí tras hacer la lectura y comenzar un diálogo con las personas asistentes, la misma gente charla entre ellos y comienza a conocerse. Ocurre una situación entre dos personas: un muchacho de unos 40 años y otro un poquitito más joven pero muy deteriorado, porque han pasado un largo tiempo en la calle. En un momento mientras hablaban y se hace la retroalimentación, uno de ellos señala que lo que más le había sorprendido de la actividad realizada había sido que siendo ellos amigos de muchos años en la calle, nunca habían encontrado un lugar donde compartir mutuamente lo que hacían; para entonces se han contado que uno es periodista y el otro escritor y sacan sus papeles y los leen, los comparten. Y de repente a través de esta actividad lo pudieron decir. Nosotros nos quedamos entendiendo lo que significaba. Al día siguiente en medio de esa ciudad que es Buenos Aires camino a otra actividad, en el trayecto nos encontramos a 3 o 4 personas del refugio donde había ocurrido la actividad del día anterior, gente que también trabaja en la calle y estaban vendiendo cosas en los semáforos. Y cuando nos ven venir nos empiezan a cargar, a bromear con nosotros en una situación de igualdad, de hecho uno de ellos se burlaba porque yo soy hincha de Quilmes y él era de Newells aquí en la argentina el futbol es importantísimo. Pero realmente la poesía tiene muchas consecuencias y muchas cosas que decir y se reproducen muchas cosas que tienen que ver con la cotidianidad de lo humano, con el hecho de tratarnos, con decirnos realmente lo que nos pasa, con contarnos. Creo firmemente que la literatura es el último refugio de lo humano.

A veces tiene uno la impresión de que en un mundo donde las personas son tratadas según la fórmula cuanto tienes cuanto eres, el mercado es un lugar donde también se elimina eso que nos permite identificarnos con el otro, como iguales y como humanos. Crees vos que el arte termina desenmascarando poniendo en tela de juicio, el valor del mercado como eje central de la forma como nos reconocemos y nos identificamos entre nosotros mismos. El arte cuestiona la base de los discursos identitarios que también se construyen sobre los discursos del mercado y que encuentran eco en ocasiones incluso en el inconsciente de creadores que resisten.

Yo creo que digamos en el campo especifico mío que es la literatura hay un merchandising del talento; un canon que seguir, un corifeo de situaciones y personajes que considerar. Ese es un entramado posible digamos. Yo personalmente elegí lo que denomino ir por el desierto. Yo elijo no elegir el canon y sus figuras. El canon es básicamente una operación política, evidente incluso como operación política desde el Quijote de la mancha. El Quijote por poco no se publica porque Lope de Vega no lo podía ni ver. Podría haber sido tranquilamente no publicado y efectivamente nos hubiésemos perdido de leerlo, de jamás haber sido editado. Uno debe elegir lo que lee libremente, lo que crea libremente y desarrollar sus temas en su propia voz. Eso tiene costos. Las personas tienen que poder decir lo que piensan, cada uno de los escritores, las personas todas tiene algo muy importante por decir. Estos tipos que conocimos en el refugio de la calle tenían unas historias maravillosas: lo que te contaba esa gente podía ser de una riqueza apabullante. Así que creer que es el escritor solo quien tiene esa cosa tan trascendente por decir, en ocasiones apenas refleja unas bajas expectativas en cuanto a lo que podríamos denominar la verdad y la condición humana. Yo creo que todos tenemos algo trascendente por decir y si uno desarrolla una voz propia, probablemente tenga algo muy interesante por decir. Después el resto tiene que ver con decisiones de índole práctica; yo elegí ir por el desierto, no escribo lo que se escribe en mi lugar, no escribo lo que se supone que debo escribir y no escribo como se supone que debo escribir, para ingresar a ese corifeo del canon. A mí el canon me interesa bastante poco.

Y sin embargo has ganado premios y tu obra reconocimientos. Ella se sostiene por si misma; entra donde quiera y pareces ser vos como individuo quien dice: Attention!: yo no paso, que entre ella. Yo estaré en mi posición.

Bueno volviendo a Tchejov como decíamos antes, yo creo que son como dos luchas distintas. Una cosa es la lucha individual por cambiar o mejorar la sociedad como individuos políticos. Yo procuro hacer lo mío, participo activamente en la política de mi país. Y la otra es el desarrollo de la cuestión como escritor que tiene que ver con escribir bien escribir los temas que yo quiero escribir, desarrollar una obra que como muy bien decís, se sostenga sola; Que no haga falta que digan este es no se qué porque alguien lo ha promocionado a tal lugar, que no haga falta que desde la academia o desde los claustros hagan todo aquello que puede ser accesorio. Lo importante en realidad es que la obra se sostenga sola y si eres tan bueno o tan malo lo diga libremente el lector: éste es muy bueno, éste una porquería: yo…luego soy buenísimo (risas).

El creador y sus riesgos

A partir de tu relación con Tchejov hablábamos de los riesgos del creador. El creador como persona es un individuo que está inmerso en un tiempo y unas condiciones específicas de su comunidad. Y suele existir entre aquello que él hace y los medios materiales para lograrlo, una tensión; La creación es una actividad onerosa en tiempo y dispendiosa. Implica que debes tener solucionados al menos algunas cosas básicas, para que no se convierta el proceso en una carga excesiva para un solo individuo en el mejor de los casos. Cómo resuelves ese tipo de tensiones entre contenidos y facturas.

Bueno yo hablo un poco de que decisión tomé yo. Muy joven a los veintitantos años decidí participar activamente en el mundo de la cultura. de hecho yo funde el centro de promoción cultural en donde nos encontramos en éste instante, que sirve a los trabajadores y su capacitación; Han pasado más de veinticinco mil trabajadores por este centro durante esto 24 años y es una cosa que me hace sentir orgulloso. Yo vivo de eso. Para mi vivir de la literatura en algún lado implicaba como volverme periodista o algún tipo de otra cosa. Y yo no soy periodista. Yo tengo un gran respeto por el periodista. Yo escribo sobre cualquier cosa pero yo no estoy comunicando; estoy dando una opinión o recreando un concepto. Hace poco, murió el gran poeta español Leopoldo María Panero, el gran escritor de España, loco cómo casi todos nosotros. Entonces un amigo que dirige un suplemento cultural de un diario me pidió que escribiera un artículo sobre él. Bueno la cosa es que cuando hice el artículo la respuesta fue muy buena y tras su publicación el pago también. Y entonces me dicen: no sabía que escribías cosas periodísticas. Entonces le respondo: mirá, no creo haber hecho algo periodístico yo escribí sobre Panero. No tengo la idea exacta sobre qué cosa es periodístico y que no lo es. Yo creo en el fondo, que sería un pésimo periodista.    

Es un poco como que el proceso creativo y la creación van encontrando su propio lenguaje y entonces posiblemente piensas que vas para un lugar y terminas sobre otro. Quizás un poco a la manera del arte del renacimiento, pienso tal vez en Miguel Ángel que pensaba estar dándole vida nuevamente a un tipo de arte clásico, digamos al de la Grecia antigua y sin embargo, en una sola mano del David hay más psicología que en toda la escultura griego clásica. Cómo que los propios lenguajes van creando un escenario nuevo en la medida en que se van consolidando y van encontrando su propia voz, haciendo algo que ni siquiera ellos mismos saben por completo de que trata.

Si yo creo que en el hacer. Digamos yo confío mucho en hacer. Tengo una formación entre comillas de izquierdas y tal vez por ello creo mucho en hacer. En hacer cosas, en cambiar cosas, en transformarlas; En avanzar y también en ese sistema de ideas llevo adelante mi obra. Entonces en general me obsesiono con algunas cosas, un tema digamos el último libro que me ha sido publicado «Argumentos para disuadir a una jauría y otros usos civiles». Son una serie de argumentos, los argumentos que Eurípides utilizó antes de ser devorado por una jauría de perros -que es un hecho histórico- y Eurípides emplea unos recursos argumentativos para tratar de disuadir a los perros que naturalmente se lo morfan. Entonces hay situación en la que uno piensa, qué es lo que yo argumentaría? y viene entonces a cuento Cicerón quien decía que argumentar es hacer creíble algo que es dudoso: Cuando a uno le empiezan a argumentar mucho es como que el asunto es muy dudoso. Para ese libro mi idea fue el empleo de una serie de argumentos y de hecho argumenta en él el último cisne de un lago de Valdivia, el famoso canto del cisne. Hay toda una cosa con el canto del cisne porque el cisne no canta, el cisne es mudo. Y todo ese tipo de equívocos me parecen como muy interesantes. Ese tipo construcciones que van desde una cosa nimia que uno usa todo el tiempo, hasta errores grotescos, en ese tipo de equívocos yo que construyo. Yo escribo para transformar el mundo, no escribo para otra cosa, en ese sentido puede decirse que soy un hombre ambicioso.

Decir es hacer. Probablemente esa sea una buena forma para recoger lo que haces y lo que practicas: A propósito de unas preocupaciones puntuales, empleas unos recursos específicos con unas metas delimitadas por tus objetos estéticos; por otra parte y también como persona y como ciudadano eres un hombre político y un creador que realiza una serie de manifestaciones en el mundo físico de sus inquietudes y de aquello que aspira a mejorar de ésta sociedad. Cómo se ha relacionado el objeto estético que creas a través de tus obras, con tu trabajo sindical y el papel de dirección cultural que desarrollas…

Yo trabajo en un gremio, en una organización fraternal de trabajadores. Los trabajadores de la argentina estamos agrupados por sectores y yo trabajo en el sector de farmacia. Cada gremio a su vez está asociado a una confederación más grande que es la confederación general del trabajo que es la CGT. Yo soy el secretario de cultura de mi gremio y a su vez participo en la CGT, en su mesa intersindical de cultura de la CGT. ¿Cuál es el objeto de todo esto? Como bien señalabas vos es llevar las manifestaciones culturales de todo tipo a los trabajadores y a su vez que los trabajadores que desarrollan actividades culturales tenga la posibilidad de, en primer lugar, compartirlos con sus propios compañeros y después desarrollar ese trabajo artístico con la comunidad en general. De hecho nosotros hemos montado el año pasado y éste hace su segunda temporada, una obra de teatro llamada «Las obreras» a cerca de una de las primeras huelgas de mujeres que hubo en la argentina; La mayoría de los actores son compañeros trabajadores nuestros salvo dos, las cabezas del elenco, que son dos grandes artistas aquí de la argentina. Esa puesta en escena tuvo una gira nacional, recorrió varias provincias y cerro en uno de los teatros más importantes de Buenos Aires que es el Cervantes.

Hay un punto muy interesante, que tratábamos desde antes del comienzo de ésta entrevista: el creador es también un trabajador, un trabajador del arte. Y decías vos existe la necesidad de desarmar el merchandising de la inteligencia: una forma de individualismo en la menos edificante de sus acepciones.

Bueno yo creo que el artista quiera o no, viene de una comunidad. Hay una comunidad que lo sostiene, lo educa, que le entrega un acervo cultural y le sugiere un imaginario general, que lo provee de una escala de valores; después sí él la rechaza o no la rechaza, es otra cosa. Yo creo mucho en el trabajo con respecto a esa sociedad para mejorarla en lo que pueda mejorar o para cambiarla en lo que haya que cambiar, participando en sociedad. No quiere decir eso que él creador tenga que ser un panfletario o que tenga que ser un acomodaticio. Sino que libremente como trabajador muestre su trabajo y lo desarrolle. La obligación del artista es hacer obras de calidad porque el arte, todo el arte que existe lo ha creado el pueblo, es decir, tengo malas noticias para los artistas. Me parece que ahí hay un equívoco pero éste no es un equívoco inocente, esto tiene que ver con que es la cultura dominante y que es la cultura popular. El centro y la periferia se encuentran en una tensión y la cultura dominante es todo aquello que satisface al centro. La cultura popular es todo aquello que satisface a la periferia y que en general no le interesa al centro. Yo me quedo con ésta caracterización y creo que el artista en cuanto artista, soy un trabajador no me corro de ese lugar y que hago un trabajo específico: mi obra. Como escritos escribo textos y hago libros. Es lo que hago y es lo que tengo que hacer: invento cosas, creo historias y a su vez esas historias hablan de lo que a mí se me ocurre, en función de mi sociedad, de mi mundo y mi gente.
De alguna manera la creación sería un acto de solidaridad intelectual y espiritual con otros, la revelación de lo que ves, el lugar de la poiesis que señalaba Sábato donde se revela el mundo en verdad y belleza. Compartir la revelación en un intercambio horizontal como aquel del que hablábamos a cerca del festival trasandino de poesía en Argentina o el abbapalabra de México luce como la necesidad cotidiana de alimentarse con el otro
Bueno en realidad tengo tal vez una elaboración práctica a cerca de eso, tengo un poco la experiencia a cerca de lo que me ocurre. Para mí esa famosa angustia ante la página en blanco es un fraude. Yo creo que realmente tiene angustia es ese hombre que se levanta a las 5 de la mañana, no sabe sí va a poder pagar el alquiler no sabe sí le va a poder pagar la comida a sus hijos, no sabe sí tendrá donde vivir y trabaja en los altos y tiene una vida de mierda ese sí me parece que tendría porque estar angustiado. Me parece que el escritor tiene un momento en que no sabe todavía eso que va a crear, aunque siempre hable del escritor desde mi lugar que es lo que me sucede a mí. Digamos tengo 800 cosas sobre que pensar y escribir y para éste ejemplo, tengo 2 novelas que voy trabajando sobre el tiempo y todo el tiempo; se me ocurre un montón de cosas sobre que escribir y ocurre que me suceden mientras voy haciendo cosas. Yo cuando terminé una novela a cerca de Tchejov, un muchacho que murió hace algunos años, empecé a dejarme llevar por otro tema: una novela sobre Francia, mejor, sobre la primera novela francesa traducida al castellano. Se perdió esa novela y quedan dos manuscritos: uno en Alemania escrito en bajo Alemán y otro en España en castellano antiguo. Entonces yo tomo esos dos manuscritos y reconstruyo la novela de caballería original y le doy vida a otras cosas: cómo que hay dos versiones en la novela. Una es la que cuenta el caballero que es un personaje central, y que no sabe leer ni escribir cómo gran parte de los caballeros de su época. Otra es la historia contada por el caballo que ha sido encantado por un pase de bujería y quien sí sabe leer y escribir; entonces lee y cita a los clásicos a Plotino, cita a Porfirio de Tiro. Así que volviendo al tema de la inspiración, la inspiración es bastante dudosa siempre hay muchos elementos para escribir y te van apareciendo en la medida en que vos vas desarrollando tu obra, haciendo tu trabajo, esa misma gimnasia de ir escribiendo te va dando otros temas para escribir. A mí me ocurre un poco así y un poco siempre estoy haciendo cosas.

La Alegría como fenómeno estético: más allá del canon

De golpe apenas sea eso la angustia ante la hoja en blanco, el vértigo a cerca de la consideración del gusto de los otros. En esa mecánica de la creación, donde los temas se siguen como los fractales entre sí, vos dices: cuando desarrollo mis temas tengo colaterales ochocientos. Y al escucharte son evidentes tus recursos del hecho histórico, la ligazón con tu infancia y su biblioteca inmensa, a la cual fuiste expuesto en libertad; luego el recurso adulto y borgiano de la metaliteratura…

Bueno tal cual. El hecho fundacional de mi literatura es esa biblioteca. Mi padre era un intelectual de izquierdas y en mi casa había una biblioteca gigante que estaba abierta. Nadie te decía que es lo que tenés que leer o que tenés que dejar de leer. Entonces yo me crie leyendo cualquier cosa deseable. A los 11 años ya había leído a H.G. Wells, el Marqués de Sade, Marx, Verne y vaya dios a saber lo que entendía. Pero en eso caos me fui construyendo yo sin saberlo mi propio canon. Un canon construido diciendo éste me gusta y éste no, éste es mejor que éste y éste peor. Entonces ya más grande choco con por así decirlo el canon occidental, y me da la sensación de que yo no tengo ese canon. Partí desde el lugar de mi infancia para hacer cualquier cosa, una construcción propia que me dio una herramienta: yo voy a ir por acá y yo voy a hacer tal cosa, yo voy a hacer tal apuesta. Yo lo que le voy a agradecer eternamente a mi viejo quien ya se ha muerto hace mucho tiempo, es que nunca me dijo lee esto ni tal cosa. Esa libertad me sirvió para perseguir mi deseo, para escribir sobre mis gustos con total libertad. Después, me encanta investigar. Cuando escribo sobre algo, investigo mucho y después ya una vez que hago esto, queda armado lo que denomino el «artefacto Rojas» que soy yo mismo con otra perspectiva. Y una vez armado el artefacto Rojas hago otra cosa con él y su contenido; Lo que me plazca. Nunca pierdo de vista es la cuestión de la alegría. Creo que una de las cosas que no nos podemos permitir en esta vida que es tan corta, es no estar alegre. La alegría en nuestras sociedades latinoamericanas es un tipo de botín de guerra, el botín de guerra de los poderosos: Que un tipo de dinero se ría, es un tipo que tiene savoir faire, es un tipo de mundo, es un tipo muy culto. Ahora que un pobre se ría es sospechoso, un negro que no entendió el chiste o un negro vago y mal entretenido como dice el Martin Fierro. Un idiota que se ríe de lo que no entiende. Entonces yo también creo que la alegría es un botín de guerra y es una cuestión que no debemos perder de vista, no es una cuestión menor. Yo creo que está en el rango de los derechos humanos.

La alegría como botín de guerra es una idea muy poderosa que conduce a la pregunta a cerca de la libertad de los individuos: La forma en que cada uno puede practicar esa alegría apropiándosela hasta defenderla. Y una vez dices libertad aparece su sucedáneo en el mundo social, el control, la microfísica cotidiana del poder, El canon que es una forma de encausar la libertad, de hacer de la alegría algo standard…  

Pienso que en realidad yo he sido educado con otro canon. Yo me enteré de la existencia en el mundo real de un canon dominante siendo escritor. Para mí era un asunto de gusto, de placer, algo cómo que en la medida en que crecía como joven autor compartía con otros lo que me gustaba y los otros a su vez me compartían, los textos que disfrutaban. Fui descubriendo que la literatura es un mar infinito y hay tanto por leer que no tiene sentido el canon. El canon necesariamente es un recorte político de una época. Es imposible en verdad que exista un canon objetivo, que cumpla con lo que dice que va a cumplir. El canon en general es una pretensión. Al menos desde Aristóteles hay un afán por clasificar y ordenar. Yo soy fanático de un montón de tipos, y de hecho ahora publicaran un artículo mío a cerca del canon de los últimos 50 años de la literatura argentina. Entonces de alguna manera invento un canon que en realidad es una chanza, pero igual fundamento las razones por las cuales para mí esas son las mejores novelas, y pienso que es tan válido como cualquier canon. Así que me parece que ese afán por tener categorías siempre es una apuesta política en torno a un proceso de disciplinamiento. Hay autores que nunca encontré en ningún canon del tipo Macedonio Fernandez, Felizberto Hernandez, Virgilio Piñera, o Manuel Scorza que es el gran, gran novelista de América –ya que estamos haciendo un canon– y lo han borrado de la literatura latinoamericana, es un disparate. Son apuestas políticas pero la literatura igual sigue sobreviviendo. Sandro Marais que es un escritor extraordinario se puso de moda en los 70. De golpe desapareció y en los 90 volvió a aparecer con más fuerza. Yo creo que lo que terminas haciendo con los escritores que te interesan es armando una especie de equipo con aquellos con los que juegas. Algo como que un tipo que merece mi respeto me habla de un escritor y procuro leerlo, configuro un tipo de búsqueda, una pesquisa hasta ver sus obras.

Un escritor a quien le interesa decir algo ese es un buen tópico porque atrás hablábamos de Sábato y del lugar del nacimiento de la poesía y la poiesis, te parece a vos que existe algo como un arte que no revele el mundo en verdad y belleza, algo como un arte que pueda ser la sumatoria de palabras bien dispuestas pero que no lleve a ningún tipo de conocimiento, a ningún tipo de saber que aligere la carga del temor o la carga de esa oscuridad que hace que las personas, pero también las comunidades, se detengan ante lo fatal y que consideren que existe un orden inamovible de cosas, de valoración de las cosas.

Yo me voy por una definición más simple, quizás más ramplona: para mi hay literatura buena y literatura mala. Después por ahí tenés un escritor que se dedica a un género menor y tiene mucho que decir y tipos que se dedican a cosas trascendentes que no tienen nada que decir, que son muy famosos y que no pasa nada esencial con ellos porque no tienen mucho que decir.

Tener que decir sugiere en muchos sentidos dar cuenta de la condición humana, cuanto de artístico es posible reconocer a aquellos ejercicios narrativos que no visibilizan las necesidades humanas en determinado momento histórico, digamos un ejercicio narrativo que busca ocultar las características de su tiempo para subrayar algunos rasgos menores creando un cuadro diverso, como buscando desviar el foco de atención, cuanto de la creación debe tener un mínimo referente ético que termina por hacerse estético.

Esa discusión de lo ético y de lo estético que es una discusión de fondo, que es una de las discusiones centrales de la literatura, se resuelve en el campo de la literatura y no en otro lado. Digamos mientras te escuchaba pensaba en Oscar Wilde: Wilde que es un escritor extraordinario y exquisito y era un tipo complicado. y creo que hay ahí un poco de ese punto de las miserias humanas y de la grandeza de la literatura. Donde termina el límite? y la verdad que yo no tengo tan claro donde termina el límite de lo ético y lo estético: Sí tengo un límite claro ante la tragedia humana, ante los genocidios, ante un hombre que procure ignorar una cosa como esa. Yo no me sentaría a hablar con un Le Pen con gente así parece imposible hablar. Yo puedo disentir pero hay cosas que constituyen un límite. Yo no puedo discutir con un tipo que avale los treinta mil desaparecidos de la argentina, y entonces sí lo humano sería el límite, claro. Cuál es la responsabilidad del escritor ante eso… Es una pregunta complicada. En el caso de este sistema social que se cae por todos lados vos dices… y bueno ¿qué hacemos? Vamos a sostener la estructura, ¿vamos a parchar lo que se está viniendo abajo? ¿O vamos a contribuir a que se venga todo abajo para construir algo nuevo? y eso creo que es una respuesta que tiene cada uno como individuo y cada uno en el lugar en donde está y con su comunidad. Tal vez yo puedo decir lo que se puede hacer aquí en la argentina, pero yo no veo que, en un contexto más amplio, el capitalismo o el modelo actual tengan una respuesta para la mayoría, digamos para cuatro mil quinientos millones de pobres. No veo su respuesta. Y necesariamente la literatura tiene que decir algo de eso, va a decir algo, lo debe estar diciendo, yo mismo lo digo, y lo dice claramente mi poesía. Esas que son cosas profundamente humanas todo el tiempo uno las dice. Eso es lo que tenemos para dar a nuestros hermanos, es el mundo que tenemos que dejar a nuestros hijos lo que se discute en un mundo de mierda. Así que estas cuestiones me parecen importantes pero además aparecen solas, no podes negar eso. Por ahí el tipo que niega en realidad pone en el tapete eso que está negando. Acá en la argentina cada tanto aparece un estúpido diciendo que los desaparecidos no son 30 mil sino que son cinco mil y los otros están en Europa. Barbaridades de ese tenor. Entonces lo primero que a uno le da es el deseo de responder de forma insultante y… no sé, creo que ahí como que en primer lugar lo que aparece es la emoción, un discurso profundamente emotivo antes que racional y en la obra se hacen un conjunto comprensible: la emoción y la razón trazan un mapa.

La humanidad es un tema permanente de lo que te preocupa de lo que te importa en la literatura. Que es eso que consideras inescindible de lo humano en la literatura o de la literatura cuando rebela lo humano.
             

Me parece que un mundo digno es aquel donde es posible la existencia digna de lo humano. La solidaridad sobre lo útil con respecto a aquello que sirve, más allá de éste lugar amenazante. Personalmente soy un tipo muy alegre es algo que practico, de hecho lo que escribo tiene mucho de lo alegre. La vida es muy corta. Groucho decía que el que no se ríe de nada es un tonto y quien se ríe de todo es un idiota y creo que hay que vivir en esa situación dialógica entre lo trascendente y lo absurdo de ello pende el destino humano. La sociedad occidental ha desarrollado un tipo de vida atiborrada de cosas, de objetos donde las personas poco cuentan. Pero atrás de toda esa parafernalia estamos los humanos con los mismos problemas básicos de hace dos mil años, entre el logos y el mytos. Acá en Latinoamérica en el Perú hay un mural de la cultura mochica, la rebelión de los artefactos, que tiene más de 1500 años y cuando lo ves, bueno, luce profético. Y al verlo yo pensé: esto tiene que ver con lo que nos está pasando a nosotros, los objetos son más importantes que las personas. Uno no es lo que tiene o deja de tener. Uno es. Y ese equivoco parece intrascendente. Pero uno no es su auto ni el móvil que usa, las personas estamos más allá de todo eso. En el festival de transpoesía argentina como comentábamos, fuimos a una comunidad de madres cabeza de hogar e hicimos el recital y tuvimos la retroalimentación con la comunidad; realizamos el programa previsto y cuando terminábamos se me acercó una de las mujeres que había compartido con nosotros y nos dijo: esto a nosotros los pobres nunca nos llega. Muchas gracias. Y en ese sentido creo que eso que hemos hecho muestra un poco el camino, ahí está lo verdaderamente humano, aun en presencia de los miedos de los temores cotidianos a amar, a enamorarse a vivir. Creo que por ahí va la cosa.

PdL