La ventaja del oráculo

Por Robinson Marín Valderrama


«Todo gran creador es una unidad que guarda en su propio seno, 
en medidas que le son propias, sus fronteras y sus quilates. 
Hay un peso específico de cada obra, 
que no puede ponderarse en la balanza absoluta de la justicia »

Stephen Zweig

Los hombres, para bien y para mal, se hacen hijos de sus actos y sus sueños: las ideas elevadas hasta formas por el arte de unas manos y las herramientas empleadas en su oficio. El mundo deviene binario todo el tiempo y no existe silencio posible cuando todo constituye una respuesta. Sin el fondo blanco no sabrás del siguiente escaque y a cada cambio en el todo lo preceden sutiles manifestaciones. Existe lo dicho y también lo omitido. Aquello que no dices.

En su necesidad de certezas los hombres buscan definiciones. Desde siempre. Es una parte de lo que hacemos como especie: Cómo las hormigas hacen rutas, los hombres buscan claves. Y esa urgencia de certezas encuentra un castigo cuando reta su propia suerte y desafía las leyes conocidas para aprehender un poco más acerca de lo siguiente. El oráculo cuando enseña el porvenir tiene una conveniente interpretación para sus señales. Bella y enigmática la respuesta, todo lo que precisas saber está ahí, sí puedes entenderlo; Es difícil decir sí su revelación te ayuda, cuando también conoce de antemano, que no tienes aun cómo leerlo.  

Occidente teme al olvido porque su presencia amenaza la identidad[1]. Existir significa en muchos sentidos una conciencia de sí mismo: Quién soy, cuál es mi pasado, cuáles son las raíces que dan sentido a éste presente y permiten proyectar el porvenir. La memoria suministra esas representaciones temporales, emplea unos recursos narrativos para ejercitar esas relaciones entre el pasado y el presente como tendones en un cuerpo: así la memoria y la identidad reveladas a través del lenguaje, de la poesía, del arte.  
En sus orígenes, la palabra poiesis[2] , lo poético, fue el lugar donde se revelaban los dioses y los poetas, hombres consagrados a la revelación del mundo en verdad y en belleza, condenados a ver. Ese hecho persiste en la comunidad de lenguaje entre mística y poética, el encuentro exaltadamente espiritual del deseo y la contemplación, la búsqueda de la presencia de dios a través del descubrimiento de la encarnación del verbo: Un sentido para las cosas y el sentido del hombre en sí mismo, su identidad.
La pregunta viene de lugar del deseo y la infancia, de la edad de los ejemplos morales. Cuando al Leer deslumbrado Cien años de soledad encuentras la riqueza de las estrategias narrativas, la técnica dando volumen real a hechos corrientemente extraordinarios, vistos así, inexplicables, portentosos. Lo asombroso y sorprendente visto en lo maravilloso real desde donde hablaba Alejo Carpentier a propósito de la forma exuberante, como ocurren los hechos en América Latina.

Pero, ¿qué es lo que hace a este hombre portentoso? ¿De qué se trata su oficio? Todo creador tiene el deber de perseguir el arte: El gran arte. Y dice entonces Heidegger: El gran arte es el lugar donde ocurre la verdad, siguiendo en ello a Hegel. Y continua preguntando a cerca del asunto: ¿Qué cosa es lo que llamamos la esencia, la naturaleza de las cosas? El origen de algo es la fuente de su naturaleza. La cuestión a propósito del origen del trabajo artístico, busca responder sobre la fuente del arte y su naturaleza. Y responde: el momento en que sucede el arte será cuando un artista hace su trabajo. El artista es el origen de su trabajo.

Alejo Carpentier


La identidad suele, por constitución, ser inestable. En parte porque la realidad fenoménica resulta serlo. Para los individuos y también para las comunidades, la actualización regular de los relatos a partir de los cuales encuentra fundamento su identidad, supone trabajos sobre la memoria y sus discursos; cierto rediseño de sus estrategias narrativas, un tipo de know how que gobierna la proporción en el uso de los recursos. Las formas locales del tiempo con sus claves. Sin embargo somos sujetos múltiples y contradictorios, habitantes de una diversidad de comunidades, en las cuales construimos una variedad de discursos precarios y perecederos: La prelación asignada a dichos discursos en su visibilizarían es una decisión estética, moral y política capaz de iluminar los sentidos asignados al presente, el alcance de los hechos futuros a partir de una cíclica  reelaboración mítica del pasado. Y en el creador, el poeta, el artista toma decisiones sobre la forma en que presenta la revelación de los hechos lo tremendo y numinoso que reposa en la matriz de la cosas cotidianas: Algo como la muerte mejor traducida por un narrador que sus componentes procesales, quizás un poco, como la muerte habla también del tiempo de los vivos de las formas y del tiempo.

Si la poesía es la revelación del mundo en verdad y belleza, ¿qué significado atribuirle a un tipo de belleza que revelada no conduce al conocimiento del mundo o a un desentrañamiento de las causas eficientes de los hechos? El designio que el poder ha llevado hasta el mito de la ley natural, un tipo particular de orden social a partir de una estrategia de palabras. Aplazar la aclaración de los mitos maravillosos y sus causas en la infinita narración, no ayudó a apropiarse del saber que libera del temor de lo inexplicable, de la serena inacción ante lo fatal, antes por el contrario, facilitaría la magia como explicación de la vida social y de la ocurrencia fenoménica del mundo.
El hombre que cuenta una historia tiene el diseño moral de la escena que diseña; El dominio de lo oculto, una prerrogativa inherente al trabajo del arquitecto de las formas y la luz, el primer plano que hace lo visible. Y de cada una de las elecciones han quedado trazos en el texto, imágenes de un tiempo y sus estrategias en la composición de un cuadro, puesto allí por su autor en un contexto. Verba volant scripta manent, la ventaja de la escrito sobre lo dicho. Es posible hacer una lectura ponderada de lo dicho por el arquitecto y también es posible hacerla de los contenidos omitidos, los datos no visibilizados, inclusive el plano en el que el narrador ha decidido visibilizar un contenido. El contexto es una forma de sindéresis que sugiere más ángulos para un texto que los previstos por su creador.




En un proceso creativo, serán empleadas indefectiblemente líneas de luz - en el sentido que Deleuze da al término- para el diseño y la construcción del objeto estético. Podrán ser omitidos hechos significativos, subrayado eventos menores que de otra manera no serían vistos dentro de la dinámica de la escena diseñada; Atribuir efectos a hechos lejanos a fin de no abordar los eventos actuales, atribuir consecuencias a causas improbables. Las grandes líneas de la luz en uno u otro sentido, procuran justificar una cierta sombra. El poder de la reformulación misma del objeto.

Esas líneas resultan socialmente esenciales para comprender el mensaje escrito a cerca de los hombres en sus propias estructuras sociales. Por ello parece legítimo esperar de un condenado a ver, de la poesía, una revelación acerca del origen de la luz y de la sombra, cuando el hombre nombra al mundo y busca un sentido a su existencia más allá del azar, el poder o la biología. La verdad y la belleza han enriquecido la expectativa social acerca de la poesía, de su capacidad para seguir mostrando la esencia de las cosas entre muchas más variables; al fin y al cabo lo que permanece lo fundan los poetas y ya Schiller establecía en sus «cartas sobre la educación estética del hombre» (1795) la relación necesaria entre poesía y política.

Y es éste un poco el tipo de omisión a la que convoca y somete el oráculo: No estamos condenados al mal diría alguna vez sin decir cómo y sin señalar la ruta enuncia, una limpia ambigüedad de respuestas más o menos razonables que de muchas formas son hermosas, digamos. Las ventajas de la alegoría y también la evidencia política del límite mecánico de la relación entre corrección política y verdad/ revelación poética. No pocas veces el diseño de las líneas de luz sobre la escena, revela del creador sus comodidades y sus negligencias.

¿Qué habría significado para un país moralmente transable que un poeta, un hombre intelectualmente valioso moralizara las costumbre intelectuales? En ese sentido, su inactividad permitiría la justificación donde ha sido pertinente una explicación. ¿Podría haberse hecho García Márquez funcional a los impasses lógicos que han hecho posible un know how nacional, constituido también por esa técnica narrativa de la vida social donde no se toma en cuenta mucho lo causal ni lo fenoménico y se hace un extensivo inventario de mitos hasta elevarlos a canon? ¿Podría haber realizado por los mitos locales lo que Kant haría por la ratio cristiana a través de la razón práctica?
Ese rasgo evidente de su obra en el gozo de contar, no ignora su poder y el poder de sus ejercicios narrativos: 

Fernanda del Carpio justificará la lógica de un poder, que el autor no parece discutir, en muchas ocasiones. Si se lo creyeron a la biblia porque no han de creérmelo a mí, Afirma. Y evidentemente revela un imaginario, una proporción particular en la validez de los motivos, y la técnica de construcción de esos motivos. Una estética local que en efecto desarrollaría sus propias proporciones morales, los medios y sus propios targets, refundida la chance de comprender el mecanismo de la magia.

Y en ese punto posiblemente se reencuentra el chico con sus ojos nuevos mirando el hielo, cuando su padre lo ha llevado a conocerlo y se encuentra en el portal entonces el lector, con el inicio de la obra. De repente el punto de contacto de la realidad con lo visibilizado por su arquitecto. Justificar donde debía explicar. Un orden de cosas en una realidad exuberante, natural y absurda, que parecen adquirir una magnitud inmanejable. Sin embargo no existen hechos morales sino valoraciones morales de los hechos. Un poco el tipo de moralización que en el boom es evidente y que hace Cortázar, Carlos Fuentes o Vargas Llosa, particularmente en los últimos 25 años.

Los grandes textos narrativos se integran a la memoria colectiva, a su red de significados, de ejercicios narrativos y simbólicos a través de los cuales une comunidad representa e interpreta su historia. Estas representaciones se manifiestan por medio de modelos y textos de corte cultural, como los discursos identitarios, que expresan material y simbólicamente una cosmovisión de lo posible, un imaginario. Todo ello evidencia el poder del lenguaje y del arte narrativo: una construcción social simbólica, donde re-conocer el pasado y re-elaboran las estructuras que permiten el conocimiento de sí mismo.[3]

Las comunidades emplean recursos simbólicos que despliegan desde lo narrativo con la finalidad de dar sentido a un pasado, proyectar el futuro y favorecer la apropiación del mundo en clave local. En al menos una parte de América Latina esta actividad simbólica ha sido desarrollada a través del gran relato republicano; un diseño para la historia épica de las raíces, un texto oficial para la memoria colectiva.[4]

El proceso creativo demanda del creador manifestaciones: El lugar de vida de la sangre en el cuerpo es invisible En el caso de la literatura, el creador es un arquitecto de universos que visibiliza y oculta, elige un plano general en un tiempo del objeto para mostrar u ocultar a voluntad. El creador visibilidad e invisibiliza con su trazo. A las consecuencias del lugar donde ha trazado la línea con la luz, tras la penumbra, se denomina sombra.



El metro de sus ojos (Poesía), Robinson Marín Valderrama


En la consistencia de las preguntas sigue siendo evidente entre los creadores digamos de la Europa de posguerra, de la china posrevolución cultural, su preocupación a través de sus textos de moralizar a sus sociedades sobre el significado de sus procesos, mostrando en ellos lo connatural a la esencia humana. Porqué sucede la confluencia de autores en un momento histórico preciso, digamos al final del Zarismo Tchejov, Dostoieviski, Andreiev, Gorki, Tolstoi, o el romanticismo directamente proporcional en su fuerza al desarrollo industrial de Inglaterra, la Francia o Alemania y la decepción de las promesas de la ilustración y la Aufklärung: Probablemente en pos de dar respuestas y hacer preguntas, no solamente tematizaban sobre esto o aquello.   

Hölderlin decía: «The great art it’s the transporting of people into its endowment […] that endowment it’s another Word for truth». La literatura está destinada a influir en la gente, está relacionada con los momentos críticos que viven las comunidades, los hombres y mujeres.

Y eso es demandable de la literatura, de la poesía, de la revelación artística. Y también eso hizo parte de las preocupaciones del boom latinoamericano: dar cuenta del mundo contemporáneo con una riqueza técnica capaz de recrearlo sin ignorar sus hechos.

Para un país en guerra por más de 50 años que aun discute si lo ha estado, la exposición, la  revelación de su realidad más allá de su propia óptica institucional, luce un bien relevante. Una nación que entre todos los subproductos posibles de la violencia (desplazados, desaparecidos, destrucción de bienes inmateriales y materiales, muertos) hace del diagnóstico de su propia realidad un inventario político, parece un lugar propicio para exponer los hechos en verdad y en belleza, más allá de ese tipo de ejercicio narrativo social de las comunidades que se hace institucional, de los discursos identitarios.

Los discursos identitarios son recursos narrativos de corte cultural a través de los cuales las comunidades hacen la reelaboración de su pasado en pos de crear su presente como sociedad. Estas historias se encuentran influenciados por la estructura del estado nación que opera como sistema de producción de orden y saber. Los discursos identitarios tienen una dimensión política que cumple una función puntual en las formas específicas de las estructuras sociopolíticas de cada sociedad. A partir de la reelaboración de una historia común como pueblo y del tipo de relaciones que en dicho escenario han sido construidas, se concibe el universo de lo posible y del hoy de las sociedades. Por demás, ni la identidad de una comunidad es un discurso estable y unívoco, ni su construcción es políticamente neutra.

Eso que hace la literatura en todo caso, un tipo de confrontación de la realidad formal y los fenómenos que afectan individual y socialmente a los individuos; la literatura como las marcas en los troncos de los árboles, permite no solo re-crear lo cotidiano y lo presente lo imaginado y lo deseado, sino que evidencia el paso del tiempo y narra el  imaginario social, sus modificaciones, el cambio en las valoraciones sociales y resalta también lo literario como una cierta forma de enfrentamiento con el mundo y de relación con él, de intercambio material, político o simbólico capaz de caracterizar una época, sus estructuras sociales y por su puesto las estructuras de lo erótico, de ético y de lo estético.

Es en nombre de esa función esencial y sagrada que la poesía no es solo una forma de composición en verso o en prosa, sino la manera en que es comunicado a los otros hombres lo sobrenatural por aquel que entre ellos se comunica con lo sagrado. La revelación de la vida y la naturaleza es desde la Grecia antigua y también para los otros pueblos arcaicos, el trabajo que cumple el poeta. La descripción de la técnica local de la elaboración de la realidad, otra forma de ver el mundo, la estética y su sintaxis más allá de la relación costo-beneficio. La constatación de la necesidad de reafirmarse como seres morales que deciden desconocer el destino fatal y sus explicaciones.

El mundo cada vez más global parece tener otros misterios. Y el hecho de que sea una realidad  atravesada por un número de líneas de luz cada vez mayor no lo hace más fácil. Es probable que un entorno crecientemente urbano e interconectado modifique la reflexión metafísica y la concepción misma de lo temporal y la valoración de los hechos cada vez más enriquecidos en contexto. 

Pero en cuanto al rol del Creador artístico y literario, en cuanto a su papel como re-creador de saberes, de percepciones, lo demandable de él sigue siendo lo mismo de lo que ha dejado rastro la poesía La revelación consistente con sus tiempos morales.

Y quizás por ello mismo no deja de ser tristemente evidente la importancia de moralizar a la manera de Wittgenstein cuando dice que la ética no se dice: se muestra. El último día, una ciudadana que por demás hace parte de una elite escolarizada colombiana electa por una mayoría que ha regido los destinos políticos nacionales, al menos desde finales del siglo XX, espeta lo que ahora es su propio infierno. Pero la senadora tristemente Es apenas una ciudadana y quizás una lectora más que prueba la necesidad insatisfecha de moralizar sobre el uso de herramientas intelectuales, estéticas o sociales, en un lugar donde evidentemente ha sido posible también hallar un uso abyecto para cada herramienta. La no moralidad tiene costos colectivos. PdL




[1] JELIN, Elizabeth. Los trabajos de la memoria. S XXI de España Ed- S XXI de Argentina, p. 19.
[2] SABATO, Ernesto. Querido y Remoto muchacho. Ed Losada, Buenos Aires, 1998, p. 10 y ss.
[3] SALAS, Yolanda. La dramatización social y política del imaginario popular: El fenómeno del bolivarismo en Venezuela. EN: Cultura y transformaciones sociales en tiempos de globalización. Caracas, CLACSO-UNESCO-CIPOST/ UCV, 2001, pp. 201-221.
[4] JELIN, Elizabeth. Los trabajos de la memoria. S XXI de España Ed- S XXI de Argentina, p. 40.


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Robinson Marín Valderrama

Bogotá 1979. Creador de contenidos. Abogado de la Universidad Nacional de Colombia, Especialista en Instituciones Jurídico Penales Estudios de Magister en Science politique et Philosophie politique de l’Université Marne-La-Vallée. Poeta, Investigador y Docente Universitario. Su texto de poemas El metro de sus ojos ha sido ganador de la convocatoria internacional del festival international de la poésie de Trois Rivières en 2010. En proceso su texto Chacal City la Frontera y un segundo poemario. Varios de sus textos de poesía, crítica literaria y análisis político se encuentran disponibles online.

PdL