Se trata de una novela que lleva el régimen totalitario a tal grado de negatividad, que el individuo que trata de evitar ser alienado y deshumanizado, termina regresando al profundo agujero del que trata de salir.
Por Ana Carolina Ochoa
1984
George Orwell
Random House - DeBolsillo
Barcelona, 2012
200 págs.
Con 1984 (1949), George Orwell toma posición frente al totalitarismo de izquierda en la antigua Unión Soviética, a partir de una ficcionalización de esa realidad en un lugar llamado Oceanía, lugar en donde Winston Smith, hombre de mediana edad, lucha contra las imposiciones históricas, tecnológicas, individuales, morales y éticas del régimen del Gran Hermano, cuyos ojos se posan encima de los miembros del partido a través de los micrófonos y la telepantalla; su mirada infunde pánico en todos aquellos que piensan diferente al dogma predicado a través de los diferentes medios masivos de comunicación. Londres, ciudad de Oceanía, es el lugar en el cual se llevan a cabo los hechos narrados en la novela de Orwell, es lugar de una intensa vigilancia; la Policía del Pensamiento acorrala a los miembros del partido cuyos latidos, respiración, llantos y risas son monitoreados por esta extremada vigilancia.
Un aspecto del libro de Orwell sobre el que vale la pena llamar la atención es la influencia de los medios masivos de comunicación sobre los pensamientos, sentimientos y acciones de las personas. De eso estaba encargado el Ministerio de la Verdad, dedicado a las noticias, los espectáculos, la educación y las bellas artes. A las personas se las agrupaba en el centro de un gran vestíbulo, frente a la gran telepantalla para presenciar los Dos Minutos de Odio, mostrando a los enemigos del pueblo, sus traiciones e infundiendo odio en quienes presenciaban todo este espectáculo.
Lo horrible de los Dos minutos de Odio no era el que cada uno tuviera que desempeñar allí un papel sino, al contrario, que era absolutamente imposible evitar la participación porque era uno arrastrado irremisiblemente.
Las personas, por supuesto, rara vez podrían escapar de esta manipulación mediática; finalizando los Dos Minutos de Odio, el grupo asistente prorrumpía en un llanto mecánico,
...una especie de himno a la sabiduría y majestad del Gran Hermano; pero, más aún, constituía aquello un procedimiento de autohipnosis, un modo deliberado de ahogar la conciencia mediante un ruido rítmico.
Tanta era la influencia de los medios pedagógicos al servicio del partido que hasta los mismos niños se vinculaban de alguna manera a esas ideas y se ponían al servicio de las mismas. Uno de los hijos de Parsons, compañero de oficina de Winston en el Ministerio de la Verdad, de aspecto rudo y vestido con la indumentaria de los espías del partido (pantalones cortos azules, camisas grises y pañuelo rojo en el cuello), durante una visita, se acerca a Winston y le amenaza con una pistola automática gritándole que es un traidor, mientras que su hermana menor repite el gesto de su hermano con un pedazo de madera. La madre de los niños explica a Winston que los niños están bastante enojados; no podrán ir a ver el ahorcamiento de varios prisioneros euroasiáticos, culpables de crímenes de guerra, espectáculo popular dado esa misma tarde en el parque. En la parte final de la novela, son estos mismos niños quienes se encargarán de llevar a la cárcel a su progenitor.
Música, desfiles, imágenes, espectáculos criminales, pancartas, slogans, entre otros medios de pedagogización al servicio del régimen totalitario, insensibilizan las conciencias de los miembros de Partido, bombardean y destruyen su historia, su individualidad, su sexualidad, su identidad, sus vínculos familiares y de amistad. Los mismos padres son delatados por sus hijos considerados como “héroes”, al denunciarlos ante la Policía del Pensamiento por algo oído en casa.
El diario de Winston. La esperanza. Posible documento de la verdad contada a través de unos ojos que se niegan a caer vencidos ante el bombardeo de conciencias. Pero:
¿Cómo iba usted a apelar a la posteridad cuando ni una sola huella suya, ni siquiera una palabra garrapateada en un papel iba a sobrevivir físicamente?
Escondiéndose de la telepantalla, Winston escribe: “Abajo el Gran Hermano” y es cuando llegan a su mente las reflexiones sobre lo que se concibe como pasado, como historia y es precisamente a través de dichas meditaciones que se pone en tela de juicio el carácter veraz que ella pueda llegar a ostentar. La historia que se difunde es la historia conveniente para el partido: el papel lo aguanta todo y eso lo demuestran los cientos de cambios efectuados por él y otros miembros del Departamento de Registro, rama del Ministerio de la Verdad, a las noticias que llegan a los Miembros del Partido y relacionadas con los países contrincantes, las raciones de comida y la indumentaria asignada. Winston recuerda que la disposición de las fuerzas ha ido cambiando de acuerdo con los intereses del partido, pero oficialmente:
...nunca se había producido un cambio en las alianzas. Oceanía estaba en guerra con Eurasia, por tanto, Oceanía siempre había luchado contra Eurasia. El enemigo circunstancial representaba siempre el absoluto mal, y de ahí resultaba que era absolutamente imposible cualquier acuerdo pasado o futuro con él. […] Y si todos los demás aceptaban la mentira que impuso el Partido, si todos los testimonios decían lo mismo, entonces la mentira pasaba a la Historia y se convertía en verdad. […] A esto le llamaban “control de la realidad”.
La historia individual de las personas, por supuesto, también quedaba editada, como documento borrado en una máquina ordenadora; aquellas personas consideradas traidoras del régimen eran “vaporizadas” y su historial de vida borrado por consiguiente. Del mismo, modo se podía llegar a dar vida a personajes inexistentes en la realidad, redactarles una historia e incluirlos en el pasado del Partido.
Winston tiene su memoria de vida en retazos, le llegan impulsos de memoria involuntaria a través de olores, sabores y otras sensaciones sensibles que lo devuelven a momentos de su infancia, momento de su vida en el cual el Partido no ejercía su control sobre la región; el olor de café real y de azúcar real han sido sustituidos por la sacarina y la ginebra sintética…
En las páginas del libro también hay reflexión para el sexo y el papel que cumple el matrimonio. Winston se ha casado con Katharine, de quien no sabe el paradero y de quien, por supuesto, no está enamorado. La idea era que los miembros del partido se casaran sin deseo y libres de enamoramientos, razón por la cual la “única finalidad admitida en el matrimonio era engendrar hijos en beneficio del partido. La relación sexual se consideraba como una pequeña operación algo molesta, algo así como soportar un enema”. Winston termina enamorado de Julia, una joven de unos veintisiete años, logran verse durante algún tiempo, pero hacia el final del relato son descubiertos.
O’Brien, al parecer detractor del régimen y a quien Winston confiesa no estar de acuerdo con el Gran Hermano, termina torturándolo después de capturado; cuando Winston le confirma su odio al Gran Hermano, aquel lo lleva al muy temido por todos los prisioneros cuarto 101; cercano a una jaula de ratas está conectado a un armazón en la cabeza de Winston. En sus pensamientos Winston reconoce su error y admite que ama al Gran hermano. Se trata de una novela que lleva el régimen totalitario a tal grado de negatividad, que el individuo que trata de evitar ser alienado y deshumanizado, termina regresando al profundo agujero del que trata de salir. PdL
1984 o la encrucijada hacia la deshumanización
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