Más allá del terror: asesinos en serie en Colombia

Varios estudiantes y amigos de Esteban Cruz Niño se dieron a la tarea de hablar sobre su libro Los monstruos en Colombia sí existen, recientemente publicado por la ahora editorial Penguin Random House. Aquí la primera de esas notas. 



Por Camila Pieschacón Barrera*


Los monstruos en Colombia sí existen
Esteban Cruz Niño
Grijalbo, Random House
Bogotá, 2013
264 páginas.


A partir del relato de algunos de los crímenes más atroces de los cuales ha sido testigo la sociedad colombiana, Esteban Cruz Niño plantea en el libro En Colombia los monstruos sí existen un análisis histórico, antropológico y psicológico de los asesinos en serie que han hecho parte de la historia de nuestro país. Para lograr su propósito, el autor retoma en profundidad la historia de personajes que han marcado a la población colombiana con sus macabros asesinatos (Pedro Alonso López, “El monstruo de los Andes”; Daniel Camargo Barbosa, “El sádico del charquito”; Luis Alfredo Garavito Cubillos, alias “Garavito”; Manuel Octavio Bermúdez, “El monstruo de los Cañaduzales”; Nepomuceno Matallana, “El doctor mata”; así como John Jairo Moreno Torres, –“Johnny el Leproso”–; el “Hombre Fiera del Panóptico de Tunja”; “El Monstruo de los Mangones”; y Javier Velasco Valenzuela, el asesino de Rosa Elvira Cely), narrando sus historias de vida, sus crímenes, encuentros con la ley y finalmente, su captura. Adicionalmente presenta algunas historias de delitos no resueltos, asesinos que aún son un enigma para la ley y otros, que han sido capturados antes de desarrollar sus potenciales tendencias al asesinato en serie. 

Con base en estos datos, Cruz Niño señala una serie de características particulares de los asesinos, rasgos individuales –y también compartidos entre ellos–, estableciendo un perfil psicológico que le permite al lector adentrarse en la mente de estos siniestros personajes. De manera muy interesante, el autor describe cómo los comportamientos obsesivos y maniáticos de estos hombres están estrechamente relacionados con su trayectoria de vida, sus frustraciones infantiles y juveniles y traumas vinculados a sus familias. Estas situaciones difíciles aunadas a personalidades psicopáticas desatan los más bajos instintos de estos individuos, llevándolos a cometer actos violentos e inhumanos como la violación y el asesinato.

Más allá de los rasgos y detalles proporcionados, el autor realiza un excelente análisis simbólico de estos crímenes, estableciendo que todos los elementos hallados en las escenas  dejadas por ellos están cargados de significados particulares y se relacionan con las necesidades que desean satisfacer. Según Cruz Niño, el poder y la dominación son obsesiones compartidas entre estos personajes y son factores que se ven claramente reflejados en sus formas de asesinar; por esto, la violación, la estrangulación y la tortura son características repetitivas dentro de este tipo de crímenes.

Dentro de su texto, expone a su vez una serie de características de la personalidad y de la forma de cometer los crímenes, modus compartidos por estos asesinos seriales. La trashumancia, una vida errante, sin estabilidad, familia, ni hogar es uno de los rasgos más generalizados entre estos personajes. La necesidad de guardar algunas de las pertenencias de sus víctimas como trofeos, y como medio para recordar la satisfacción generada durante la perpetración del crimen. Estos asesinos deshumanizan a sus víctimas, viéndolas únicamente como medios para lograr satisfacer las necesidades que los mueven, esto explica, de alguna manera, la brutalidad de los actos cometidos y la ausencia de culpa o remordimiento.

Las narraciones hechas por Esteban Cruz Niño en su libro, llevan al lector a reflexionar de manera crítica sobre la sociedad colombiana, las consecuencias de la pobreza, la desigualdad y la violencia que han servido como detonantes de elementos psicopáticos escondidos en la personalidad de algunos individuos. Adicionalmente, invita a pensar en la manera en que la estructura penal del país se ha convertido en cómplice de estos individuos, aplicando penas débiles y buscando una resocialización que se hace imposible en estos casos particulares. Es esta última una de las conclusiones más importantes del libro, que logra tocar de manera profunda las fibras del lector y generar un miedo insondable ante la posibilidad de que estos monstruos queden de nuevo en libertad.

Este libro, lejos de ser una oda a mentes ‘brillantes’ y grandes estrategas que lograron burlar la ley para cometer estos abusos, es una denuncia y un aporte a la creación de una memoria colectiva. Los monstruos en Colombia sí existen logra llegar al lector con una narración ligera, envolvente e interesante, que nunca se desvincula del propósito analítico del libro que se genera desde diversas disciplinas y que permite plantearse una serie de reflexiones y críticas sobre una variedad de temas vinculados a la sociedad.




 *Antropologa de la Universidad del Rosario. Dedicada a la antropología médica e histórica y a la literatura.
















PdL