¿Qué están haciendo del sur? ...decía

Por Sophia Vázquez Ramón



Todos los sueños del mundo
Fernando Pessoa y Porfirio Barba-Jacob
Edición bilingüe con prólogo y notas: Jerónimo Pizarro
Traducción: Jerónimo Pizarro, Gastão Cruz

Tragaluz editores
Páginas: 308.
Mayo de 2012





No puedo evitar el pensar en la figura del variopinto y también poeta de heterónimos Juan Gelman cada que algo me trae a la memoria la estampa fastamagórica del gran Fernando Pessoa, el hombre de quien, al decir de Robert Brechón, uno debe de cuidarse de voltear a mirar al cruzar junto a él por una calle, no sea que se desvanezca en el aire. Juan Gelman, como el genial portugués parece un personaje más de otra galaxia de máscaras en las cuales a veces el mito termina por destruir la idea del poeta nodriza, esto es, el poeta central, con lo cual se alimenta una de las innegables beldades de la poesía: la pluralidad. En uno de sus memorables poemas, Gelman se junta desde la presunta metaficción al poeta lisboeta y expone todos sus huesitos al sol, los de cuatro poetas cardinales (les dejo un audio):  



Yo también escribo cuentos

Había una vez un poeta portugués
tenía cuatro poetas adentro y vivía muy preocupado
trabajaba en la administración pública y dónde se vio que un empleado público de portugal
gane para alimentar cuatro bocas

Cada noche pasaba lista a sus poetas incluyéndose a sí mismo
uno estiraba la mano por la ventana y le caían astros allí
otro escribía cartas al sur qué están haciendo del sur
decía

De mi Uruguay
decía
el otro se convirtió en un barco que amó a los marineros 
esto es bello porque no todos los barcos hacen así
hay barcos que prefieren mirar por el ojo de buey

Hay barcos que se hunden
Dios camina afligido por el fenómeno ése
es que no todos los barcos se parecen a los poetas del portugués
salían del mar y se secaban los huesitos al sol

Cantando la canción de tus pechos
amada
cantaban que tus pechos llegaron una tarde con
una escolta de horizontes
eso cantaban los poetas del portugués para decir que te amo
antes de separarse
tender la mano al cielo
escribir cartas al Uruguay

Que mañana van a llegar
mañana van a llegar las cartas del portugués y barrerán la tristeza
mañana va a llegar el barco del portugués al puerto de Montevideo
siempre supo que entraba en ese puerto y se volvía más hermoso

Como los cuatro poetas del portugués cuando se preocupaban
todos juntos por el hombre de la tabaquería de enfrente
el animal de sueños del hombre de la tabaquería de enfrente
galopando con como José Gervasio de Artigas por el hambre mundial

El portugués tenía cuatro poetas mirando al sur
al norte
al muro
al cielo les daba a todos de comer con el sueldo del alma
él se ganaba el sueldo en la administración del país público
y también mirando el mar que va de Lisboa al Uruguay

Yo siempre estoy olvidando cosas
una vez me olvidé un ojo en la mitad de una mujer
otra vez me olvidé una mujer en la mitad de portugués
me olvidé el nombre del poeta portugués

De lo que no me olvido es de su barco navegando hacia el sur
de su manita llena de astros
golpeando contra la furia del mundo
con el hombre de enfrente en la mano.



Preocupados todos juntos por el hombre de la tabaquería de enfrente, los poetas del portugués construyen en su galaxia particular -junto a una suma nada despreciable de poetas que permanecen tras escena o se ocultan en el baúl del poeta en su casa portuguesa y que vienen siendo rescatados por un grupo de investigadores y expertos pessoanos– una eterna sinfonía teatral. De aquí la afortunada empresa que Tragaluz editores de Medellín, Colombia, emprendió junto a la Cátedra de Estudios Portugueses de la Universidad de Los Andes y la Embajada de Colombia en Portugal para este libro, Todos los sueños del mundo. Se trata en este caso de un diálogo pospuesto entre dos poetas equidistantes pero al parecer cercanos por cuanto les une la empatía por las máscaras. Tal es el caso del poeta colombiano que acompaña a Pessoa, Porfirio Barba-Jacob, en este libro escrito desde la tabaquería, de allí su título, parte del poema quizá más conocido del lisboeta: "No soy nada, nunca seré nada, no puedo querer ser nada. Aparte de esto, tengo en mí todos los sueños del mundo".


Pues bien, Todos los sueños del mundo recoge dos apartados dedicados respectivamente a la obra poética de Fernando Pessoa y algunos poemas de sus tres poetas capitales (Reis, De Campos, Caeiro), acompañado este por un anexo de imágenes y notas explicativas; junto a una segunda parte correspondiente a Porfirio Barba-Jacob,o mejor dicho a Miguel Ángel Osorio, poeta que –debo confesarlo– solo a partir de este libro empezó a ser para mí parte de esta love story con la poesía colombiana. El trabajo de compilación y traducción encabezado por el también colombiano profesor Jerónimo Pizarro demuestra que a ratos a la academia no se le van las luces mirándose el ombligo, y que en vez de ello pueda producirse un libro modesto pero con un diseño inmejorable en donde se quiere acercar a un público quizá ausente de la gran cantidad de discusiones pessoanas o referentes a Barba-Jacob, y presentarles un tomo a mi parecer introductorio (pues luego Tragaluz ha publicado un segundo libro sobre Pessoa, Plural como el universo). Junto a las palabras 'oficiales' del Embajador de Colombia en Portugal, Germán Santamaría, Pizarro realiza un breve prólogo que explica un poco la simbiosis entre estos dos poetas y la alegre coincidencia de poder rescatar de la mano del estudioso Eduardo Santa y sus familiares, algunos trechos de la historia nebulosa de Porfirio Barba-Jacob, con lo que el nacimiento de este libro a dos voces (¿o a diez , doce?) vería la luz editorial para provecho del encuentro inconcluso entre dos puntos cardinales, bien que precisamente este año, 2013, la FILBO de Colombia, tendrá a Portugal como su invitado de honor. 
De especial interés me resulta el apartado de notas de Todos los sueños del mundo, pues escarba un poco más a fondo en los poemas y sus propios viacrusis o desencuentros, parte de las investigaciones que sobre estos textos se han hecho, profundiza en los mitos sobre las leyendas o episodios que les envuelven y da ávida cuenta de su procedencia y lugar dentro de la obra de cada poeta en particular. 

Se podría decir, finalmente, junto con don Emir Rodríguez Monegal, que Pessoa parecería un personaje inventado por Borges, o que Porfirio y Fernando Antonio no hicieron otra cosa que fingirse o aventurarse a dialogar con fantasmas al otro lado del atlántico  o como a través de un falso diálogo como el que pudo haber tenido Pessoa con uno de sus heterónimos, ya en el poema del brasileño José Paulo Paes (La lluvia me entristece, dice Pessoa. A mí me moja, responde Caeiro). Dejo finalmente dos poemas en diálogo. Pessoa y Barba-Jacob.

Isto (Pessoa, audio

Dizem que finjo ou minto
Tudo que escrevo. Não.
Eu simplesmente sinto
Com a imaginação.
Não uso o coração.

Tudo o que sonho ou passo,
O que me falha ou finda,
É como que um terraço
Sobre outra coisa ainda.
Essa coisa é que é linda.

Por isso escrevo em meio
Do que não está ao pé,
Livre do meu enleio,
Sério do que não é,
Sentir, sinta quem lê!

Un hombre (Barba-Jacob

Los que no habéis llevado en el corazón el túmulo de un Dios,
ni en las manos la sangre de un homicidio,
los que no comprendéis el horror de la conciencia ante el universo,
los que no sentís el gusano de una cobardía
que os roe sin cesar las raíces del ser,
los que no merecéis ni un honor supremo,
ni una suprema ignominia.
Los que gozáis las cosas sin ímpetus ni vuelcos,
sin radiaciones íntimas, igual y cotidianamente fáciles,
los que no devanáis la ilusión del espacio y el tiempo,
y pensáis que la vida es esto que miramos,
y una ley, un amor, un ósculo y un niño.
Los que tomáis el trigo del surco rencoroso
y lo coméis con manos limpias y modos apacibles,
los que decís “Está amaneciendo”
y no lloráis el milagro del lirio del alba.
Los que no habéis logrado siquiera ser mendigos,
hacer el pan y el lecho con vuestras propias manos
en los tugurios del abandono y la miseria,
y en la mendicidad mirar los días
en una tortura sin pensamientos.
Los que no habéis gemido de horror y de pavor,
como entre duras barras,
en los abrazos férreos de una pasión inicua,
mientras se quema el alma en fulgor iracundo, muda, lúgubre,
vaso de oprobio y lámpara de sacrificio universal:
Vosotros no podéis comprender el sentido doloroso
de esta palabra: ¡UN HOMBRE!



PdL