Por Celedonio Orjuela Duarte
Coloquio
sobre Dante y la cuarta prosa
Osip
Mandelstam
Editorial
Visor
88 Páginas
2001, España.
La Divina Comedia no roba tiempo al lector,
sino que lo dilata como si fuera
la
ejecución de una pieza musical.
Osip Mandelstam
Después de la corta presencia del
simbolismo ruso y su figura más
destacada: Alexander Blok (1880-1921), a quien calificara León Trotsky como compañero
de viaje de la revolución bolchevique, considerando su poema Los Doce como el himno de la revolución
triunfante, quizá no exista un poeta con tanta fuerza como Osip Mandelstam. Para entonces, los poetas simbolistas practicaron una poética demasiado
cósmica que terminó siendo supremamente indescifrable, lo que condujo al
movimiento a su ocaso, allanando el camino a otra vanguardia rusa, constante en
esa vertiginosa primera mitad del siglo XX, el arte quería expresarlo todo en
poco tiempo, de ahí que resultaron “atropellándose” una tras otra con el escaso
margen de no más de una década; eso aconteció
con el simbolismo del que se gestó rápidamente el futurismo, tan parecido a
nuestro nadaísmo y desde luego el acmeísmo (palabra que resulta de juntar la
palabra griega acme, que significa
“grado máximo de algo” y adamismo, que
significa “visión del mundo viril, clara y firme”. El segundo nombre fue
cayendo en desuso y la corriente quedó con el nombre de acmeísmo), compuesto
por un grupo de jóvenes poetas entre los que se encontraban Osip Mandelstam
(1891-1938) y Anna Ajmátova (1889-1966), acaso las figuras más destacadas
del movimiento que nació en la buhardilla de uno de los poetas. Dichas
reuniones se dieron lugar bajo el nombre de El taller
de los poetas. En aquellos días, se gestó lo que sería su doctrina. Ésta consistía básicamente en sacar a la poesía de ese orden metafísico al que la había
empujado el simbolismo para traerla a una
nueva realidad,
desde luego sin caer en lo que después sería el realismo socialista.
Ossip Mandelstam fue uno de los
animadores del acmeísmo, hasta cuando comenzó la persecución de Stalin, a
través de la Unión Nacional de Escritores; no tenemos espacio para detallar
aquí los seguimientos de Stalin contra nuestro poeta por no loar al régimen y
desmitificar el culto a la personalidad en la Oda a Stalin: Forja decretos como herraduras;/ decretos y
decretos:/ a este le da en los huevo, a ese en la frente, a aquel entre los
ojos. Siempre que tiene una víctima,/se regocija como un georgiano de pecho
recio masticando una frambuesa./ Fue quizá el poeta pos-bolchevique que más
se preocupó por organizar un cuerpo teórico-estético para la nueva poesía rusa.
De ahí la importancia de ese original y condensado ensayo Coloquio sobre Dante, lo mismo que La Cuarta Prosa, dos libros que compiló editorial Visor en un solo
libro. En no más de ochenta páginas examina Osip la Divina Comedia de Alighieri,
que van desde las matemáticas, la ciencia, los alcances científicos de la
época, las relaciones del poema con la antigüedad griega y desde luego
el lenguaje, materia prima de la
poesía. Para un auténtico ruso, su lengua es una de las más cuidadas, en tanto
que los poetas son muy dados en aprenderse los poemas de memoria para ser
declamados. De ahí que una parte del examen que hace Osip de La Comedia,
amén de las otras glosas arriba indicadas que miraremos en el desarrollo de
estas notas. Para comenzar el estudio de La Comedia esto nos dice de la
lengua italiana:
Cuando comencé a estudiar la lengua italiana y tuve apenas un ligero conocimiento de su fonética y prosodia, comprendí enseguida que el centro de gravedad de la articulación verbal se había desplazado, acercándose a los labios, fuera de la boca. La punta de la lengua se hallaba de repente en el puesto de honor. El sonido se precipitaba hacia la compuerta de los dientes. Me sorprendió también el carácter infantil de la fonética italiana, su bella puerilidad, cercana al balbuceo, una especie de dadaísmo secular.
El poeta ruso considera que la
aparición de La Comedia representa para Italia la salida a la arena
mundial de la lengua italiana, concebida como un todo, como un sistema.
Otro ángulo para el poeta ruso es
comparar o más que comparar sentir que el poema camina, la Divina Comedia es
una larga travesía, acompañado de una gran orquesta sinfónica, si aprendiéramos
a oír a Dante, nos dice el poeta ruso:
...oiríamos la maduración del clarinete y el trombón, oiríamos la conversión del violín de la viola y la dilatación de los pistones de la corneta. Seríamos testigos de la formación de una nebulosa en torno al laúd y de la tiorba de la futura orquesta tripartita y homofóbica.
Y vuelve el poeta Osip a reafirmarnos la potencia
musical del poema que entre otras cosas considera que todo el poema es una sola
estrofa, única e indivisible. Por allí, el coloquio, en una especie
de intermezzo, nos habla de ese
Dante que para la época fue quedando fuera del alcance del público y llenándose
de misterio. Quienes lo tuvieron cerca los consideraban una persona difícil y
agotadora, pero lo toleraban por su exagerada sabiduría. Mandelstam nos cuenta
cómo aparecía en los grabados franceses
con capucha y nariz aguileña, incluso el mismo Block lo subraya: La sombra de Dante con el perfil aguileño/me
canta de la Vida Nueva.
El poeta ruso nos habla de los
códices de Dante de mediados del siglo XIV, de la colección de la biblioteca de
Perugia. Beatriz muestra a Dante la Trinidad. Después de estos escarceos
exteriores o interpretaciones de artistas, Osip vuelve al texto y entramos al
infierno con antorchas entramos a la cueva. Entrar en ella y ver lo que se
describe en el infierno Dante se valió de un órgano para medir el tiempo que
gotea y se desvanece a la vez que nos advierte de las formas verbales en que
están escritos los tercetos del infierno, el pasado imperfectivo, el pretérito
del subjuntivo, incluso el presente y el futuro del canto décimo son
categóricos, autoritarios. En ese tono nos recrea las almas de los usureros, para departir con ellas, señala que están
sentadas.
En este sentido, hay que acentuar la manera en la que –en este
séptimo círculo– cada grupo de penados abrevia, con su postura, la falta que lo
llevó a la perdición eterna. Y así, bajo la lluvia de fuego, los blasfemos
aparecen tendidos boca arriba; los sodomitas caminando en círculos, sin
descanso, y los usureros sentados, tal y como permanecían en vida, horas y
horas, contando ociosamente su dinero. Más
adelante considera Mandelstam el infierno de Dante no es otra cosa que las
ciudades:
El amor a la ciudad, la pasión por la ciudad: esa es la materia del infierno. Los círculos del infierno no son otra cosa que los anillos de Saturno de la emigración. Para un exiliado, su ciudad única, prohibida y perdida para siempre se esparce por todas partes: está rodeado por ella.
Ya en
la tercera parte del poema, en el paraíso, el poeta ve esta fase del poema como
un auténtico ballet cinético. En ella están todos los aspectos posibles de las
figuras luminosas y de las danzas,
incluso hasta los golpecillos de los tacones nupciales.
La cuarta prosa
La
cuarta prosa es un libro lastimero del Estado socialista que se perfilaba
policiaco y las juventudes comunistas (komsomol), a quienes el poeta llamaba
cachorros desgreñados, una suerte de alborotadores acolitados por el nuevo
Estado justiciero lleno de soplones.
Aquí
también encontramos un recorrido por la caza Herzen, sede de la Unión Nacional
de Escritores Rusos, que ejercía más bien como una casa policíaca de los
escritores disidentes, era a su vez museo que incluso guardó la cuerda con la
que se ahorcó Esenin.
El
texto consta de dieciséis pequeños apartados en los que, de manera irónica, se cuentan las
vicisitudes de pertenecer a un Estado en formación, a sabiendas en todo caso de que nada bueno parecía depararle el futuro, como efectivamente ocurrió con nuestro 'muerto' en un
campo de concentración, seguramente hacia 1938.