¿Los funerales de un género?

Por Albeiro Arias*



El último diario de
Tony Flowers
Octavio Escobar Giraldo
Pijao Editores - Caza de Libros
Ibagué, 2008.
114 páginas.



La novela El último diario de Tony Flawers tiene varios niveles narrativos o planos. El primer plano y el que engloba los otros planos sería el diario de Tony, el segundo y tercer plano se corresponden con el articulo que Tony escribe para PlayBoy dando cuenta de sus “experiencias” en España y la novela que escribe por encargo, que trata de un periodista que va a Suramérica a investigar un caso de drogas.

Tony es un escritor de algún reconocimiento gracias a sus dos primeras novelas: Strike y Shadows Over London, que son lo que podría llamarse unos Best Seller. Sin embargo su prospera carrera viene en decaimiento debido a que su “creatividad” naufraga cada día más, mientras él se pierde en una vida azarosa de alcohol, sexo y drogas.

La novela en un principio parece criptica por su estructura y por la cantidad de referencias intertextuales que agotan la mente del lector si este no resulta ser un experto en cine. Cada vez que aparece una cita y uno como lector no conoce el referente se sale de la trama y suspende el acto de inmersión, seguidamente viene el pie de página que explica la intertextualidad y permite que el lector regrese a la lectura mientras se encuentra nuevamente con dicha situación. Este recurso parece encaminarse a que tanto los lectores más competentes, más eruditos, sientan que la novela es elevada por sus referentes “enciclopédicos”, y los lectores ingenuos, comunes o, dicho de otra manera, el grosso publico consumidor, recibe todo masticado en el pie de pagina, para que no tenga que esforzarse absolutamente nada y pueda continuar su lectura.

La tensión intenta generarse en la constante presión que ejerce William A. Spielmann, su editor, para que Flawers entregue la novela de la cual ya ha recibido los adelantos económicos. El tiempo de la historia inicia en el 22-04 y termina el 19-12 de un año desconocido, aunque el final de la novela es una página titulada Play-out, que no tiene referentes temporales. Estas fechas corresponden con las fechas del diario de Tony Flawers, teniendo en cuenta que sólo aparecen algunas páginas porque varias páginas fueron censuradas por el editor: “también suprimí pasajes que pueden perjudicar a prestigiosas personalidades con las que Flawers no tuvo buenas relaciones…” (13). El año podemos asumir que se trata de 1980 si atendemos a varios referentes históricos que la novela menciona como es el caso de la muerte de Hitchcock. El diario sufre además otras variaciones como es el caso del traductor, quien sin ambages reconoce que “he procurado ser fiel a Flowers en estilo e intensión, aunque atemperando las descripciones que juzgué procaces” (10).

De entrada la novela pone en crisis la lectura de la misma, pues sabemos que no estamos leyendo el documento como fue dispuesto de manera original sino que ha sido modificado por el editor a su amaño, y sin saber bajo qué criterio, si lo que suprimió fue lo mejor, etc, y además la novela fue escrita originalmente en ingles, y nosotros estamos leyendo una traducción que además ha sido “retocada” por el traductor. Esto hace que la novela sea ya no una obra de Flawers sino de Flawers,  Spielmann, y su traductor. Ahora bien, ninguno de los anteriores existe, todo es parte del juego mismo de la novela. La novela fue escrita en español y su autor es Octavio Escobar.

 El último diario de Tony Flawers es supremamente irónica, pues mezcla todos ingredientes que se necesitan para obtener un Best seller, la trama parece ser banal, el argumento ligero, el lenguaje pobre, y tiene sexo, alcohol, drogas, un galán, muchas mujeres ardientes, un narcotraficante, una ciudad cosmopolita: New York, viajes, aventuras, un hombre decadente y sin valores, y sólo tiene 114 páginas. Sin embargo, detrás de su aparente posmodernidad hay una cuestión más de fondo y es ironizar la novela posmoderna con una novela posmoderna, es una estrategia metaficcional[2]. Es decir que la novela cuestiona el acto mismo de la escritura y sus “innovadoras estrategias” con un humor entre adusto y sarcástico.  Por medio de la ironía se busca decir todo lo contrario de lo que se dice, de ahí que la ironía está en el límite entre la verdad y la mentira, entre lo verdadero y lo falso, entre lo cómico y lo serio. La novela se burla de la novela desestabilizando el funcionamiento de la novela misma y el funcionamiento de la lengua, ya que afirma (El último diario de Tony Flawers es una novela posmoderna) y niega a la vez (será El último diario de Tony Flawers una buena novela). En el mismo discurso hay un discurso yuxtapuesto que implica que quien emite el mensaje (Octavio Escobar) asume un distanciamiento crítico frente a la novela posmoderna y las realidades que la circundan. Pero acepta que este tipo de novelas existen, venden y gustan, y que en gran medida el receptor tiene la culpa, porque Octavio esta retando al receptor a descubrir el juego, y seguramente habrán tres posibilidades, alguien consume el producto como tal, alguien lo rechaza definitivamente por considerarla “malísima”, y alguien consume el producto, lo rechaza pero sigue el juego hasta el final y descubre el truco, entiende qué jugó y finalmente descubre las reglas.

Aunque la novela parece usar el pastiche acude más a lo paródico, entendiendo que la parodia es un contradiscurso, o discurso paralelo, generalmente asociado a lo cómico debido a la ridiculización que hace del objeto parodiado. La novela posmoderna se burla de la novela posmoderna, Tony Flawers se burla de Tony Flawers, la misma novela como tal lo que intenta es poner en crisis el concepto mismo de novela en la posmodernidad con los mismo recursos de la posmodernidad. Veamos por ejemplo lo que sucede con la citas de pie de pagina: “Esta vez le dije claramente que no me interesaban tales trucos de ratón de biblioteca. Insistió, argumentó, me dio ejemplos ilustres, pero ni sus razones ni su entusiasmo me convencieron” (96).  La novela El último diario de Tony Flawers tiene 48 pie de página. La parodia es utilizada por la metaficcion, Sandy el joven escritor es cuestionado por Tony quien dice “tiene todas las ideas pretensiosas de un escritor novel, todo ese inútil parloteo teórico que destruye la literatura europea. Aboga por una novela llena de citas, chistes privados, alusiones; retorica” (83).  Dos paginas más adelante el administrador del edificio le cuanta un chiste a Tony sobre un niño que recibe una bicicleta nueva y hace malabares en ella soltándose de manos mientras le grita a la mama sin manos, sin pies y finalmente “sin dientes”.  Por supuesto es un chiste privado y estúpido. También introduce una supuesta entrevista a Lovercraft “¿no le parece que usted minimiza demasiado al personaje y a la trama en sus cuentos? /HPL (después de una pausa): he usado un mínimo absoluto de trama en el formal sentido académico, y dependo casi por entero de la atmosfera. La atmosfera, no la acción, es el gran desiderátum de misteriosa ficción” (71). Lo mismo sucede con El último diario de Tony Flawers, la preocupación del autor se centra en crear una atmosfera contemporánea y las acciones pasan a un segundo plano “Dos ambulancias pasaron ululando, una detrás de la otra” (15). Esto logra que el lector se ubique en los supuestos espacios, lugares que son nombres de lugares reales para generar la inmersión del lector, lugares son míticos como New York que fácilmente funcionan como catalizadores del deseo.

Otro aspecto que me parece interesante es el la muerte o desaparición casi total del autor, a través de los mecanismo ya antes mencionados, como son el hacer creer que la obra la escribió Tony Flawers, hacer creer que Tony Flawers de verdad existió, hacer creer que se escribió en ingles, etc.
En conclusión El último diario de Tony Flawers es una novela posmoderna que a través de mecanismos como la meta ficción, la parodia y la ironía, pone en crisis el concepto mismo de novela posmoderna. Esta novela reta al lector a lograr mantener la inmersión pese a sus aparentes debilidades para que al final el lector entienda el juego y construya las reglas.

*Albeiro Arias es ensayista y poeta colombiano. Licenciado en Lengua Castellana de la Universidad del Tolima y candidato a Magister en Literatura de la Universidad Tecnológica de Pereira.

PdL